jueves, 31 de diciembre de 2015

365 /365

2015 ha sido rápido, cruel y doloroso. Ha estado lleno de despedidas, de finales, de lágrimas, de imposibles, de cambios, de inicios, de retos, de sonrisas, de oportunidades. Este año ha sido una antítesis, tan feo y tan bonito, tan triste y tan alegre, tan oscuro y tan brillante. Raro, como todo últimamente. A pesar de todo, tengo que agradecerles muchas cosas a las personas con las que los compartí.

 A vosotros que habéis estado siempre conmigo y a los que no, que es como si sí. Gracias. Gracias por hacer que cada día valga la pena, por ser capaces de hacer sonreír a la gente incluso cuando no podéis ni sonreír vosotros. Ha habido momentos de tirarlo todo por la borda, de renunciar, de llorar como nunca. Pero yo me quedo con los otros. Con los momentos de ataques de risa, con la emoción al vernos crecer, con los chistes malos, con los momentos frikis, con todas esas veces en las que hemos sido felices.

 A ti, que me has hecho querer como nunca antes. A ti que me has enseñado a amar. Tú que has sido los mejor de lo peor y lo peor de lo mejor. Tú que me has arañado el corazón, que has sido herida de las buenas. Tú que me has curado, que has sido mi medicina. Tú que sigues aquí, a mi vera, tú eres el culpable de todo. Siempre lo has sido, ya lo sabes. Eres el culpable de que hoy esté y siga aquí. Así que gracias. Por demostrarme lo bonito que tiene llegar a querer a alguien hasta tal punto de no ver un futuro si no vas de su mano. Por demostrarme lo malo que tiene querer más que a tu propia vida a quien no te quiere. Gracias,  sobretodo, por entenderme, por seguir, por permanecer intacto en mi vida, por soportarme, por seguir sonriéndome. Gracias por enseñarme que en la vida no todo lo puedes tener, gracias por entender que no podía entenderlo. Y que gracias por existir, por hacerlo todo más sencillo, por respirar, por todo.

 A ti, que nos dejaste hace más de dos años. A ti, que siempre te llevo dentro. Tú que siempre estás aunque ya no te vea. Gracias. Gracias por ser tan intenso y vivir en mí. Gracias por brillar tanto, por ser eterno, por seguir en mi vida. Porque nunca me acostumbraré, porque aún cuesta creer que nos dijeras adiós, porque siempre fuiste y por eso, siempre serás. Porque te quiero y porque te echo de menos. Porque formas parte de mí día a día y no quiero que eso cambie nunca. Nunca jamás. Porque echarte de menos a veces duele mucho más de lo esperado. Porque me enseñaste que todo depende de cómo se mire. Porque todo lo vivido permanecerá en mí. Porque sé que sigues aquí, porque te siento. Gracias, por nunca irte del todo.


En fin, 2015 ha sido un año de idas y venidas. Pero qué le vamos a hacer, supongo que así es la vida. Me ha traído a personas que no quiero que se lleve nadie jamás, porque valen oro, porque son únicas y las quiero. Las quiero en mi vida para siempre. Gracias 2015, pero no vuelvas. Has sido y punto. No te quiero de vuelta. 2016 sé distinto, mejor, único, irrepetible.

jueves, 24 de diciembre de 2015

Hoy puede ser que llueva.

Necesitarte para huir de toda esta mierda no está muy bien, porque no estás y si no estás, no sé dónde encontrarme. Suena toda tan repetitivo, que a veces siento que mi vida nunca avanza. Y lo siento porque es cierto, mi vida es un círculo y todos sus puntos acaban en ti, y eso que son infinitos. Bueno, ya ves que he vuelto a escribirte, aunque no directamente, estoy luchando conmigo misma para no hacerlo, sería tirar todo por lo que he estado esforzándome durante los últimos meses y ahora mismo no tengo fuerzas para nada más. Solo tengo fuerzas para huir, si es contigo mejor. No por lo que piensas, huiría contigo porque siempre haces desaparecer de mi mente todo lo negativo, simplemente por eso. Pero lo tenemos complicado, ha pasado un día desde la última vez que te vi, algo vuelve a fallar en mi interior. Algo que ya no puedo frenar, algo que ya no puedo negar. Un día me dije que toda esta pasión retenida iba a estallar. Si estalla, dará paso a todas las revoluciones existentes, todas ellas con un mismo fin: llegar a ti. Iba a decirte que no hacía falta que entendieras todo esto, que con que lo leyeses bastaba, pero tú entiendes todas y cada una de las palabras que escribo. Siempre lo has hecho, por eso nunca he dejado de hacerlo. Sabes de sobra que cuando empiezo a hablar de tu sonrisa es porque te echo muchísimo de menos, que cuando hablo de tus abrazos es porque estoy perdida y cuando hablo de tus manos es porque me haces falta, todo esto por una simple razón que me niego a creer: Te quiero.

Hace tiempo que no te lo digo. Hace tiempo que no me lo digo. Y es que joder, escuecen tanto esas dos palabras. Traen consigo demasiados baches y ya no quiero caer más. No hay más ciego que aquel que no quiere mirar, así que para qué mentirnos, es lo que siento y lo sé porque hoy me he despertado y he sabido que mi día iba a ser muy mierda y he empezado a echarte de menos. Luego, me he dado cuenta de que no te necesitaba, pero que quería que estuvieras aquí. A continuación, alguien me ha hablado para decirme que te echaba de menos y he sonreído un poco, estamos jodidas. Pero bueno, voy a intentar dejarte por hoy que empiezo a quedarme sin aire. Mi pensamiento no deja de dibujar tu sonrisa, mis manos sienten las tuyas y mi cuerpo se quedó en el último abrazo porque estuvo lleno de magia.


¿Qué me estás haciendo? Otra vez no, grandullón.

viernes, 18 de diciembre de 2015

La triste historia de tu cuerpo sobre el mio.

Recuerdo aquel día en el que se nos fue de las manos. Se juntaron sentimientos y miedos. Se juntaron luna y Tierra, vaya explosión de energía se produjo en aquella habitación. En la esquina de aquella cama de matrimonio con sabanas del color de las estrellas, me encontraba yo. En la ventana estaban las vistas más bonitas: tú, con el cigarro en tu mano derecha. Y aquella conversación que acabó con todo lo real.

- ¿No estás cansado de todo esto?
- ¿Qué quieres decir con “todo esto”?
- De mí, de que siempre acabemos hablando de lo mismo, sin llegar a ninguna parte.
- ¿De verdad crees que no llegamos a ninguna parte? Cada vez llegas más lejos, cada día  has cambiado algo nuevo de tu corazón y eso es llegar muy, muy lejos.
- Eso es cierto. Pero, ¿sabes qué?
- ¿Qué?
- He llegado al final. Lo que hoy siento mirándote a los ojos, es lo que voy a sentir siempre. Estoy segura. Yo siempre tendré un hueco para ti.
- Va, dejalo ya. Decir eso solo hace que no puedas dejar de sentirme.
- Es que no lo entiendes, nunca lo has hecho. Ven acercate.

 Te sentaste a mi lado y te susurré en el oído: “Dejame explicártelo”. Y te lo expliqué. Invente un camino que acabo en tus labios. Los cuales fueron el inicio de la Triste historia de tu cuerpo sobre el mío. Triste porque fue efímero. Pero jamás pensé que pudieras crear tanta magia, no supe mirarte de otra forma que queriéndote. Rozaste cada centímetro de mi piel como si estuviera hecha de cristal, porque en verdad, tú sabes mejor que nadie que estoy hecha de cristal. Y así acabamos con todas esas palabras que se llevo el tiempo o ese truco de magia que tuvo lugar en aquella habitación: “No”, “nunca”, “imposible”. Así que nuestras vida se unieron por un instante y nuestras almas para siempre. Porque cuando el truco acabó no te fuiste, te quedaste conmigo, mirándome fijamente y besando mi frente. Y porque con pocas palabras dijimos todo:

- Se nos ha ido de las manos.
- ¿El qué?
- La vida.
- Estoy seguro de que tengo la vida en mis manos ahora mismo.

Y me abrazaste. Como si la vida te fuese en ello. Que puede que fuera así. O puede que no. Contigo nunca fue nada real, pero tampoco fue nada mentira.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Volveremos.

¿Y la de veces que hemos acabado con esto? Se nos fue de la mano en alguna de esas despedidas y ahora no sabemos más que volver. Ahora solo sabemos rescatarnos y ser medicina el uno para el otro. Ahora solo pensamos en sonrisas y pasado, para olvidar tristezas y presente. Y vaya, se agradece cada instante que pasamos juntos. Ojalá tú también lo vieses así. Volverte a ver es salir de este planeta y ponerme en órbita, girando alrededor del mundo, observando cada detalle de la vida,olvidándome del dolor. Ojalá que para ti fuera así también. Volverte a ver es darle la vuelta a mi vida en una milésima de segundo, poner patas arriba mi corazón y volver a ver todo aquello por lo que en algún momento viví. Ojalá que para ti también. Volverte a ver es erizarme la piel, sacarme los dientes a la luz y repetir en mi mente que yo ya no voy a enamorarme de ti. Ojalá que tú también. Volverte a ver es engañarme engañándote, sin decir nada y diciendo todo, esconder sentimientos en palabras, esconder el pasado en este presente. Ojalá que tú también. Volverte a ver es empezar no sé muy bien el qué, pero algo nuevo. Ojalá que para ti también. Volverte a ver es armarme de fuerza mientras estas frente a mí para seguir sonriendo, a pesar de lo mucho que nos hemos jodido. Ojalá que para ti también. Volverte a ver es punzante, doloroso y especial. Ojalá que para ti no. Volverte a ver es otra forma que tiene la vida de decirme que siga adelante, que tú siempre estarás ahí, con la misma sonrisa y con las mismas ganas de ver que he sabido seguir adelante sin ti. Porque un día pasará, que te tendré enfrente y la tristeza de mi corazón no será más que aire. Un día pasará que estaremos juntos y seremos, sin barreras ni escudos. Seremos tan nosotros que volveremos.
Volveremos a ser.
Más de lo que alguna vez pensaste.
Mucho menos de lo que alguna vez quise.
Seremos.

viernes, 27 de noviembre de 2015

Qué le voy a hacer.

Será que cuando sientes que no, es no. ¿Qué le vamos a hacer? No es nuestra culpa que no salte la chispa. Que no brillen tus ojos cuando lo tienes enfrente, que no se te encoja el estómago cuando rozas sus labios, que no te erice la piel con una caricia, que no te haga sentir lo que sabes que has de sentir. También es cierto que una persona no solo tiene que hacerte sentir esas cosas, no solo ha de alterar tu organismo, ha de tocar más allá de ti. Y eso, no puedes obligarte a sentirlo. A veces pasa, a veces no. Ley de vida. Unas veces te joden, otras te arreglan. Unas veces jodes, otras arreglas. Puede que lo malo de todo esto sea que sé qué es lo que hay que sentir, que sé lo que es querer compartir tu vida con alguien, porque una vez yo quise hacerlo. Pero hay cosas que no están hechas para uno y hay que dejarlas ir. Sé que volveré a sentirlo, sé que llegará alguien que será el indicado y volverá a traerme los sentimientos que se fueron. Y lo sé porque la vida últimamente me está diciendo que espere. Y me estoy volviendo menos impaciente, porque una se da cuenta de que lo bueno llega cuando dejas de buscarlo. Que todo lo bonito, que todo lo eterno, lleva su tiempo. A veces una no está preparada para sentir, no sabe cómo hacerlo, no quiere hacerlo, no necesita hacerlo. No sé, supongo que he querido demasiado y ahora me toca respirar.


Me he desintoxicado de la droga que más me ha enganchado, no, no fue el amor, fuiste tú. 
Aún no estoy preparada para engancharme a algo. 

sábado, 7 de noviembre de 2015

Irse no siempre es huir, también es seguir.

Perdóname si mi vida no pasa por sus mejores momentos, pero necesito acostumbrarme a ello. Tengo que irme un tiempo, solo espero que puedas entenderlo. Ver caras del pasado me está matando, no sé cómo decirlo, pero cada vez que esto  pasa acabo rota. ¿Por qué? Ojalá pudiera saberlo. Ojalá, pero no. Últimamente le estoy dando un sentido falso a mi vida. No sé si estoy bien o si estoy mal, porque ni si quiera sé si estoy. Las razones que me daba él, ya no me las da, ni él ni nadie.

 Creo que siempre he estado equivocada respecto al significado del vacío. Siempre lo he relacionado con su ausencia y ahora ya no estoy tan segura de que sea por eso.  El vacío es no sentirse a uno mismo, ni a nadie. Y, por favor, no preguntes por qué, porque no poder responder esa pregunta me mata. Es que no hay peor cosa que no saber porque estas destrozada. Son tantas cosas insignificantes, que acaban destrozándome. Tanto dar y tan poco recibir.

Tú solo dime que lo entiendes. Dime que puedes comprender mis ganas de irme. Dime que cuando me miras, puedes ver todo esto en mis pupilas. Por favor, deja que vuelva a encontrarme. Deja que empiece a confiar en mí, déjame quererme. Por favor inseguridad, déjame ya. Por favor miedo, sal de mi vida. Por favor añoranza, déjame mirar al futuro. Por favor dejadme vivir de una vez. Dejadme ser yo, sin más.

Sí, ahora ya sé porque sentía que la soledad era estar sin él. Porque él me daba seguridad.



domingo, 1 de noviembre de 2015

I've been dying a little death since that very day.

Ayer iba a escribir sobre lo equivocada que estaba al pensar que después de ti no había nada. Hoy solo puedo escribir sobre el vacío que has dejado. Ya ves, así son mis días desde que no estas. Sí, no; ya no, aún sí. Un día estoy segura de que te has borrado de mi piel, estoy segura de que he dejado de quererte, pues he dejado de pensarte. Pero entonces pasa, vienen recuerdos, momentos y no los soporto. Me rompen y vuelvo a caer en la cuenta de que me pueden gustarme diez e ilusionarme tres, pero siempre voy a querer a uno. Y ese uno eres tú. No te vas por más que te eche, pero tampoco te quedas. Aún que a veces me encantaría volver a tenerte cerca, lo pienso mejor y hay veces que irse y dar un paso adelante es lo mejor.


La última vez que hable contigo, puse un punto y final. Me negué a seguir queriéndote, a seguir jodiéndome. Pero hoy, vuelvo a pensar en mí, en lo que soy. Y me miro al espejo y no me gusta lo que veo. Porque no me veo a mí, veo a alguien que no sabe que es. Y eso duele más que no me quieras. Sabía que pasaría. Que te olvidaría, que te irías, pero que te llevarías un pedazo de mí. Y quiero que me lo devuelvas. O que vuelvas tú. No sé. Bueno no, no vengas. Tú solo tráeme de vuelta.

jueves, 22 de octubre de 2015

Por si acaso tú y yo.

Un día pasa. Pasa que llega alguien que te devuelve la sonrisa, alguien que te alegra los días y que te devuelve la ilusión que hacía tiempo que ya no tenías. Porque sí, un día esa sonrisa que tenías medio rota, empieza a arreglarse y tú empiezas a tener ganas de volver a creer.
Te preguntarás: ¿A creer en qué? Y te diré que vuelves a creer en las personas, vuelves a creer en su magia.
Porque sí, un día pasa, te das cuenta de que quien te quita el sueño no es quien te rompió el corazón, sino quien empieza a arreglartelo. Y eso es bonito, es volver a sonreír como hacía tiempo que no lo hacías.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Pero si te vas notaré eso que late completamente vacío.

Olvídame. Sé que tendría que ser al reves, pero tú puedes hacerlo y yo, me he dado cuentade que no. Lo he intentado tantas veces, de tantas formas distintas, que ya no sé como hacerlo. Así que olvídame; no te costará mucho. Es que, no puedes pedirme normalidad, cuando lo que siento no es de este mundo. Cuando, además, me has dejado a medias, porque has decidido irte y te has quedado a medio camino, como siempre. No es que quiera que te vayas, ni mucho menos, solo entiende que no puedes hacer esto. Al final, voy a ser yo quien acabe marchandose. Aquí no hay más que  catástrofes. Aquí esta todo vacío y la soledad asusta. Olvídate de mi, que sé que lo harás. Que sé que lo deseas. Olvídate, olvídame. Pero si te vas, no vuelvas. Porque si vuelves, te irás otra vez. Y no , métete en la cabeza que no puedes hacerme esto.  Que me destroza verte a mi lado y no mirarte. Me destroza saber que estoy empezando a cansarte, que estoy empezando a no importarte.
Olvídame, que yo de no pensarte me convierto en aire.

Que yo sobrevivo muy bien a las catástrofes, aunque luego no sepa cómo vivir.

jueves, 8 de octubre de 2015

El abandono duele más cuando quien se va no te explica por qué lo hace.

¿Por qué siempre acaba pasando lo mismo? Siempre acabamos perdiéndonos, para luego volver a empezar como si nada. No sé tú, yo ya estoy cansada. No es justo para ninguno de los dos. Porque después de todo, las cosas no pueden quedarse así. Puede que te preguntes qué es ese todo, pues bien, me refiero a: cuando te escribí que te quería,  cuando te lo dije mirándote a los ojos,  cuando me dijiste que no,  cuando me rompí, cuando me arreglaste, todas esas veces en las que hemos hablado de todo esto, todas esas veces en las que has hecho todo lo posible para no dañarme, todas las veces que te he escrito, todas las veces que no has contestado y todas las que sí, después de todo lo que hemos vivido. De tardes en la playa, de noches de palabras, de abrazos en los pasillos, de todos los momentos compartidos. Después de todo no puedes, simplemente, convertirte en silencio. No puedes, esta vez no. Me estas volviendo a romper y ahora no puede ser así. Deja de irte, quédate aquí. No necesito que te alejes para saber que no estas a mi alcance, que ya lo sé, que nuestras distancias no están medidas en el sistema métrico, ni en ningún otro sistema, nuestras distancias no son números. Pero no puedes desaparecer sin darme respuestas. No puedes irte sin más, porque me dejas aquí: sola, vacía, inútil.

¿Tan mal he hecho las cosas? ¿Tan mal te he querido? ¿Tan mal está que siga haciéndolo? No lo entiendo. No puedo entenderlo. Me mata este ni contigo ni sin ti. No sé si es que para ti nunca pasa nada y para mí siempre pasa todo. Y si es así, no sé quién lleva la razón. Yo hago preguntas y tú no respondes. Eres tú el pasas, eres tú lo que pasa. Pero mira, ya vendrás un día. O a lo mejor no y tengo que joderme para el resto de mis días. Esperar me está empezando a saber a poco porque sé que no vas a llegar. Ni lo supongo, ni lo imagino, lo sé. Si es que no dejas de decírmelo con tus acciones. La estas jodiendo mucho, me estás jodiendo. Me estoy evaporando, esfumando.




Ya no estoy.

sábado, 26 de septiembre de 2015

Con cuantas personas estamos y con que pocas somos.

Dicen que los amigos de verdad se cuentan con los dedos de una mano y llevan toda la razón. En tu vida te cruzarás con cientos de personas, unas pasarán de largo, otras significaran mucho para ti hasta que desaparezcan y otras se quedarán a tu lado para siempre. Pero no te asustes, que este “para siempre” del que hablo no es del que se acaba a la más mínima, no. Hay personas con las que eres tú mismo de tal forma que sientes que son como tu hogar. Personas con las que podrás tener miles de diferencias y enfadarte otras tantas veces, pero a los cinco minutos volver a ser inseparables. Personas que no ves todos los días, pero que sientes una conexión en tu interior que hace que siempre vayan contigo. Personas con las que sobran las palabras y basta una sonrisa o una mirada. Personas que significan tanto que nunca sabrás como separarte de ellas.

Yo, por suerte, sé lo que es tener esa clase de personas en tu vida. Sé lo que es sentirte más segura por tenerle a tu lado. Tener a esa clase de persona con la que sientes que los corazones van al mismo ritmo, porque estáis conectadas. No sé si me estoy explicando bien o no, pero es un poco complicado, porque no sé muy bien como decirlo. Y es que a lo largo de mi corta vida, me he dado cuenta de a quien quiero tener “para siempre” en mi vida y a quien. Que quienes se fueron, lo hicieron para no volver y por eso no merecen que les de importancia. Desaparecieron, se esfumaron y dejaron la puerta abierta para que entraran personas tan magnificas como las que tengo hoy junto a mí. Y eso es suerte. Saber que hoy, mañana y pasado van a permanecer conmigo. Que sepan que hoy, mañana y pasado voy a permanecer con ellas. Que caer no duele tanto si están ellos, que la vida es mucho más bonita con la melodía de sus risas. Que las lágrimas más bonitas que jamás se hayan llorado en el mundo, sean las de los ataques de risa.


Personas que te acercan, cada vez más, a la felicidad. Personas que en tus días de pena, aparecen con la sonrisa más grande del mundo y hacen que te entren ganas de sonreír. Personas que no van a irse de ti, porque sabes que nunca, nunca jamás, dejarás que se vayan.

martes, 22 de septiembre de 2015

Carta de despedida.

Te he escrito una carta, pero aun no sé qué hacer con ella, puede que en lugar de que la tires tú, sea yo quien acabe rompiéndola. Porque dártela sería volver al principio, aunque es lo que necesito, sería ilógico. Si fui yo quien dejó las cosas pasar y mandarlas a tomar vientos, debería seguir dejándolas pasar. Pero cuando dejo las cosas pasar, pues no sé decirte muy bien qué es lo que pasa, porque pasas tú.

“Hola grandullón,                                                        21 de septiembre 2015

Supongo que te preguntarás qué hago escribiéndote, yo también. Puede que no tenga nada nuevo que decirte, pero ¿qué quieres que haga? Llevo algún tiempo evitando hablar sobre lo mucho que te quiero o lo mucho que te echo de menos, más que nada porque cuando alguien preguntaba, yo respondía con un: “Ahí va”, y ya no preguntaban más. Y ahí iba. Los primeros días sin ti fueron los más sencillos. Suena raro, pero yo tampoco es que sea muy normal. Luego, volvió ese vacío, pero me fui y desconecte de todo lo que pudiera llevar tu nombre. Y no me fue nada mal, por lo menos iba, que es lo importante. Por eso cuando llegó tu cumple, decidí llamarte y cuando hablé contigo me sentí bien, no sentí tristeza por no tenerte al lado. Y entonces lo comprendí. Te había pedido un tiempo a ti, cuando me lo tenía que dar a mí. Porque dejar de hablar contigo no servía de nada si seguías en mi mente. Por lo que decidí llamarte de nuevo y decírtelo, pero no lo cogiste. Intente hacerlo los días siguientes, pero tampoco lo hiciste. Así que decidí esperar a volver a casa y mandarte un WhatsApp, la única forma que tenia de decirte y explicarte que ese tiempo ya no lo necesitaba, ni lo quería. Tampoco respondiste. Intenté averiguar si tú sí lo querías, tampoco respondiste. Algo que me tome como un sí, pero que no entendí (ni entiendo) por qué no respondiste. Tiempo tenías de sobra para enviar un “sí”, porque, además de que no cuesta nada, cuando algo te importa sacas tiempo hasta de donde no lo hay.

Esta vez lo he intentado de verdad, lo de olvidarte digo. Hasta intente buscarte olvidarte en otros labios, pero claro, no llevaban tu nombre. Aunque solo sirvió para pensarte más. Hasta deje de escribir y escuchar música. Pero no sé cómo lo haces, que aun sigues en mí. No es que me joda no haberte olvidado, al fin y al cabo no era mi fin. To con que dejara de doler me conformaba, y lo hizo por un tiempo, más que nada porque quise creer que no dolía y llegué a creérmelo, pero si fuera cierto no estaría escribiéndote.

Hasta hoy eras tema tabú para mí. Pero sabía que tarde o temprano alguien iba a preguntarme de verdad por esto, dándome (sin intención de dañar) donde más duele, en aquel viernes 12 de junio. Sobre todo porque estoy igual que ese día, pero hago mejor cara. Bueno, no sé ni para que te cuento como estoy, si es lo menos.

El caso es que sigo esperando respuestas. Al final acabo viendo fantasmas porque que no respondas, también es una respuesta y con eso lo dices todo, nada bueno (para mí) por supuesto.

Sigo sin saber qué hago escribiéndote. Sé que lo único que parece es que siga insistiendo en algo que simplemente “no puede ser”. Pero no. Tampoco quiero decirte que te quiero. Solo quiero explicaciones.

Es que joder, te odio. Te has metido en mí, ¿eres consciente de lo que eso significa? Que yo ya no soy más que tú. Esto se está complicando demasiado y yo vuelvo a no saber qué hacer. Si ni siquiera te veo. Has vuelto a convertirte en lágrimas, pero es que llevaba mucho tiempo mintiéndome y, a mí, mentir no se me da nada bien.

Por cada palabra que escribo más injusto me parece esto para ti. Pero yo, ¿qué hago? ¿Volver a joderme? ¿Callarme? Estoy segura de que es lo que debería hacer, porque al fin y al cabo la única que ha metido la pata en esto he sido yo, enamorándome de ti.

Me encantaría saber porque sigo pensando que vas a venir, aunque sea muy de vez en cuando. Pensarlo ya no es tener esperanza, es ser gilipollas.

Lo hemos hablado todo, tantas veces y yo aún sigo teniendo cosas que decir. Cosas que acabaran en la basura o en el olvido, todavía no sé qué es peor.

¿Por qué no contestaste? ¿Por qué hemos estado cara a cara y no me has dicho nada? ¿Por qué tengo la sensación de que prefieres que siga alejada un poco más? ¿Por qué cuando no tocamos este tema estamos tan de puta madre? ¿Por qué me dijiste que si que podrías, luego me dijiste que no y luego que no lo sabias? ¿Por qué nunca vas a preguntarme como me va, aun habiéndome dicho que lo harías? ¿Por qué me he enamorado de ti? ¿Por qué no puedo hacer como si no hubiera pasado nada? ¿Por qué tú sí? ¿Por qué tengo que echarte de menos? ¿Por qué has vuelto a convertirte en lágrimas? ¿Por qué parece que te has ido, pero luego vuelves, continuamente? ¿Por qué pareces marea? ¿Por qué no vas a contestar a nada de esto? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Mira que me prometí no volver a hablar sobre esto contigo y mírame. Si te escribo no es porque no pueda decírtelo a la cara, es que si antes no tenías tiempo, ahora mucho menos. Por eso y porque odio llorar delante de ti y más si lo hago por ti.

Lo siento. Sigo sin olvidarte y estoy consumiéndome de nuevo. Siempre vuelvo a escribirte y a decirte todo lo que ya sabes y que te da igual. Siempre soy la pesada de turno. Siempre parece que no pueda dejar de insistirte. Pero yo ya no quiero enamorarte, ni pedirte que me quieras. Solo quiero que respondas y no volver a sacar este tema en mucho tiempo. Para una vez que lo que de verdad quiero es olvidarte y no que me quieras.

Que he hecho muchas cosas mal, o a lo mejor no; no sé, eso lo sabes tú, dímelo.

P.D: en el mundo al revés ya no te quiero. Qué pena que no sea el mundo en el que vivimos.


                                                                                                                                          A.”

lunes, 21 de septiembre de 2015

Si me miras verás lo rota que me siento.

¿De verdad esto es lo mejor que puedo hacer? ¿Dejar pasar todo por lo que me como la cabeza? No suena muy convincente, que puedo pasar de todo en cuanto me rodea y dedicarme a... no sé muy bien a qué. Si es que, esto es lo que pasa cuando no tienes ni idea de qué hacer. Que no sabes si haces bien o mal; que si lo que haces es lo que de verdad quieres o no. Y al final acabo como siempre, envuelta en miles de preguntas, envuelta en miles de pensamientos y todo sin una respuesta, sin un por qué. Lo que pasa es que se me van acabando las ganas y me entran ganas de enfadarme con todo y todos los que me recuerdan a ti; y al final acabo envuelta en un montón de mierda, que solo me lleva a sentirte más fuerte. Supongo que una acaba hartándose. Que le den a todo. Que le den a la vida, que me den a mí. La gente jamás entenderá que pueda estar así por ti.
¿A qué me refiero con estar así? No tengo ni idea, no sé cómo me siento. Bueno, en realidad sí que lo sé, solo que no es como quiero sentirme, ni cómo quieres que me sienta. Pero mira, al menos seré sincera conmigo misma. Estoy consumiéndome, de nuevo, por dentro. Ya no quiero evitar hablar de ti, no quiero retener esto que grito en mi interior, ya no quiero mirarte como si no pasara nada. Ya ves, mi récord de no llorar por ti ni siquiera ha llegado a dos semanas. No puedo evitarlo, por cada palabra que escribo cae una y otra, y otra más. Podría hacer como que todo va bien, si realmente lo fuera. Pero por más empeño que le ponga no te vas de mí. Echo de menos escribirte, a ti; no a un estúpido blog. Echo de menos no coger una hoja, un boli y empezar a escribirte, volver a dejarme llevar por lo que llevo dentro. Contarte que los días sin ti se me están haciendo largos e insípidos. No sé, hacer como antes. Soltarte un rollo sobre lo mucho que te quería y lo poco que me importaba el resto del mundo cuando te tenía delante. Sí, no sé, decirte que me estas jodiendo y que te odio por esto, pero perdonarte a la mínima sonrisa. Porque cuando te escribía esas cartas y te las daba, no hacía nada más que vaciarme de ti y respirar. Aunque no tardara en llenarme de ti, pero ayudaba. Supongo que para todo el mundo, lo que estoy haciendo es lo mejor que puedo hacer. Ser fuerte, pasar página y guardarme todo. Y estoy segura de que es lo mejor, pero me estoy destrozando por dentro. Y aquel vacío no puedo volver a sentirlo, porque no creo que pueda resistirlo. Que te echo de menos. Que te quiero. Que no quiero seguir insistiendo, porque no llego a ningún sitio, más que a la basura recordándote todo lo que sabes de sobra. Pero me estoy apagando. 

viernes, 18 de septiembre de 2015

Permaneces inmovil en mí.

Me encuentro a 34 kilómetros de distancia de donde tú estés. Una distancia constante de la que no me deshago por más que avance. Una distancia que te sirve de excusa para no quererme. No es la única excusa: tengo el vicio malo de decir lo que siento cuando lo siento, me río demasiado cuando estoy muy jodida, soy muy pesada cuando alguien que me importa está raro, me refugio en palabras que se pierden en mensajes de madrugada, no sé cuando parar, no tengo freno de mano y suelo estamparme, me pierdo en tus pupilas y me encuentro en tus brazos, grito cuando algo me saca de quicio, cuando estoy realmente enfadada suelto todo lo que me viene a la mente, me descontrolo. Excepto cuando estás cerca. Hasta hoy, eres el único que me ha ayudado a controlarme, a no ver todo negro, aunque a veces me olvide de esto. Llegas y tan solo con tu presencia, me alivias. Pero que, lo cierto es que no hay excusas que escondan la realidad. No hay excusa lo suficientemente buena como para que no me quieras. Solo hay una realidad. No me quieres y tengo que aceptarlo. Y lo acepto.Es algo que tengo claro desde hace mucho tiempo.
Pero no te vas de mi,
sigues siendo tú.
Siempre a 34 kilómetros,
siempre tan lejos y, a la vez, tan cerca.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Que ni el tiempo lo cura todo, ni un clavo saca a otro clavo.

Ya sé que no. Antes solo lo suponía. Me he quedado aquí, en el no morir si estoy sin ti, pero matar por estar contigo. Si ya estaba claro, te lo dije muchas veces. Así que, ¿Qué hacemos? Porque yo podría seguir mintiéndome, al fin y al cabo, no se me da muy mal y puedo sobrevivir. Pero no me basta con eso, porque sobre vivir solo sé que hacerlo contigo sienta de puta madre. Bueno eso y que es mejor ser tú y vivir la realidad que te rodea. Así que  ya va siendo hora de aceptar que te quiero tanto o incluso más que la última vez que te lo dije. Que he vuelto a cerrar las puertas, porque tú no te vas y no quiero que entre cualquiera. Que no quiero dejarme llevar por unos labios que no me digan ni la mitad de lo que me dicen tus ojos y que, además, acaben recordándome que por muchos que bese ningunos serán los tuyos. Que no, que no quiero verme en otras pupilas, ni temblar en otros brazos. Que eres tú y por mucho que quiera que no sea así, eso nunca va a cambiar. Siempre. Siempre, vas a ser tú. Por eso va siendo hora de aceptar que aunque las cosas no cambien, huir de ti podrá borrarte de mi mente un tiempo, pero tú siempre vas a estar en mí.

No sé, supongo que te preguntarás por qué tengo tantas ganas de joderme la vida, porque ya me dijiste que así lo único que hacía era eso. Pero hay una buena respuesta. Y es que resulta, que a lo que tú llamas joderse la vida, yo lo llamo vivir. Porque mira, estoy cansada de decirme que te estoy olvidando, que ya no dueles tanto, estoy muy cansada de eso. Porque ambos sabemos que no es así. Que tú me dices ven y voy, aunque esté moribunda, aunque se me caiga el alma a pedazos; yo voy sin pensármelo, porque sé que tú estás. Porque, aunque no deba de ser así, me salvas. Porque, cariño, aquí nada ha cambiado. Pero tranquilo, no necesito que me quieras, no necesito que vuelvas a decirme lo que hay y lo que no. Solo necesito, de vez en cuando, que me abraces. 

domingo, 6 de septiembre de 2015

Que vivir, no solo es respirar.

Todo esto es una puta mierda. No hay dos palabras más acordes a este desastre. Que cuando piensas que ya tienes suficiente, ¡PUM! La vida se estampa en tu cara y te quedas con la cara de gilipollas más grande del mundo. Y te da asco estar y ser. Y te preguntas por qué. Porque llaman a esto vida, cuando es una puta mierda. A vece te preguntas dónde está el límite, pero no lo encuentras porque no lo hay. Porque no importa lo jodida que estés, puedes estarlo más. Puedes explotar, puedes romperte un millón de veces; que lo malo nunca se acaba. Que lo que duele nunca deja de hacerlo. Y es una puta mierda. Es una puta mierda que te tragues todo, que no puedas hacer nada, que te tiemble el cuerpo, que no derrames ni una sola lágrima, que tengas que calmarte. Porque por dentro estas hasta los huevos, porque ya no puedes más. Porque no. Es que ni siquiera puedes echarle la culpa a alguien y desahogarte, porque nadie tiene la culpa. Las cosas vienen o rectas o torcidas y, joder, últimamente solo vienen de estas últimas. Porque no hay nada que lo arregle, no hay nada que me haga olvidar que esto es cosa de dos días, porque sé que esto es para toda la vida. Y yo siempre he sido una cobarde como para quedarme donde las cosas no me gustan, donde me falta el aire y me tiembla el cuerpo. Porque yo hace un tiempo que lo único que quiero es huir. Lejos. Lejos. Lejos. Olvidarme de todo y poder hacerlo, poder respirar como hace tiempo que no lo hago. 

martes, 1 de septiembre de 2015

Nunca digas nunca porque siempre se arrepiente.

Nunca te diré que intenté verte en otras pupilas. Nunca te diré que te busque en otros labios. Ni que te intenté copiar en otra sonrisa. Nunca te diré que intenté utilizar el enfado para olvidarte y que lo único que hice fue quererte más. Nunca te diré que lloraba todas las noches, incluso cuando decía que no dolía. Nunca te diré que me creí mis propias mentiras para poder vivir la realidad. Nunca te diré que se me aceleraba el corazón cuando alguien decía tu nombre, porque allá donde iba alguien se llamaba como tú. Nunca te diré que las noches se me hacían eternas. Que si no dormía, te pensaba. Que si dormía, te soñaba. Nunca te diré que demasiadas veces fueron las que dude en si marcar tu número de teléfono. Nunca te diré que la playa me hablaba de ti. Nunca te diré que leí y releí miles de veces nuestras conversaciones para poder acabar de entender las cosas. Nunca te diré que intenté alejarme de todo lo que me unía a ti. Nunca te diré que deje de escuchar música porque no había ni una maldita canción que no me hiciera pensarte. Nunca te diré que volví a odiarme a mí misma por llorarte, por no poder tenerte, porque no quieres tenerme. Nunca te diré que todos esos días en los que no te pensé –porque hubo días en los que no lo hice –no sirvieron de nada. Nunca te diré que todos mis planes de futuro lo he hecho lejos de aquí, de lo que en algún momento compartimos, de los sitios que pisamos juntos, de la ciudad que compartimos. Nunca te diré que muchas veces pensé que las cosas no las habías hecho bien. Que muchas veces me pregunte que por qué no te habías alejado de mí. Por qué no habrías cortado por lo sano desde el primer momento. Pero eso solo lo hice cuando quise enfadarme contigo. Nunca te diré que siempre he sabido los días que faltaban para volver a vernos. Nunca te diré que quise dejar de escribirte, pero que no pude. Nunca te diré que quise borrarme de tu vida. Nunca te diré que sigo queriéndote. Porque es innecesario, como yo. Nunca te diré que te echo de menos, aunque se me encoja el pecho cuando los días pasan sin que tú pases. 

martes, 11 de agosto de 2015

9 Formas de enamorarse de ti.

Mi chico de los silencios. Hemos tenido tantos. Silencios de esos que rompen, silencios que arañan, que destrozan lo que pillan por delante. Silencios de esos que solo se escuchan en medio de nuestros abrazos, silencios que nos hacen respirar, silencios que son respuestas y silencios para no decir lo que no quieres escuchar.

Mi chico droga. Me miras y me enganchas. Me dueles, me rompes, me quemas, pero no te dejo. Te tengo cerca y estoy en una nube con esa sensación de felicidad, pero te alejas y empiezo a temblar y hago cualquier cosa por saber de ti, por verte. Tienes demasiado precio en el mercado: 365 noches de insomnio y mis sonrisas.

Mi chico medicina. Me rompes y me vuelves a construir. Me miras y vuelvo a respirar. Me coses las heridas, esas mismas que tú mismo hiciste, y me recetas ganas de vivir. Me paras el corazón y con tú sonrisa me abres de par en par y vuelves a ponerlo en marcha.

Mi chico Campanilla. Cuando estamos juntos, parece que desprendes los polvos mágicos de Campanilla y empiezo a volar. Llego a rozar las nubes que casi me llevan a Nunca Jamás, porque nunca jamás volveré a sentirme así. No es que esté a tres metros por el cielo, ni que roce el cielo con las yemas de mis dedos; es que traspaso todas las capas de la tierra en una milésima de segundo y recorro cada estrella de mi constelación favorita: Tú.

Mi chico marea. Aunque siempre me lo hayas negado, te has ido muchas veces. Las mismas que has vuelto. Siempre vuelves, porque nunca te vas del todo. Como la marea, que sube, que baja, que viene, que va, que vuelve. La marea que trae todo a la orilla, que arrastra recuerdos, que borra te quieros que se dibujan en la orilla; marea que alguna que otra vez marea.

Mi chico tsunami. Ya ves, algunas veces eres marea que te vas un poquito y vuelves enseguida. Otras eres tsunami. Tsunami que deja mi playa sin agua, vacía, solitaria. Tsunami que vuelve y lo arrasa todo. Se lleva por delante todo lo que pilla y no deja más que destrozos. ¿Pero sabes que le pasa a la arena? Que absorbe el agua y siempre acabo calada de ti.

Mi chico imposible. Yo te doy 215 razones y tú me das 214 excusas y una realidad. Porque no podemos, la vida me lo ha puesto un poco complicado. Y hay cosas que no pueden ser, de ninguna manera, bajo ningún concepto. Hay personas que no están hechas para estar juntas porque: no te haría bien, ni tú a mí más que mal… ¿Me equivoco? Sí, y lo peor de todo es que lo sabes.

Mi chico revolucionario. Llegaste contra todo sistema que existía en mi vida, exigiendo un cambio. Y me cambiaste. Pero lo hiciste para bien, te lo aseguro. Pusiste patas arriba mi vida y me robaste el corazón. Cualquier día te lo pido de vuelta, no es que no quiera que lo tengas, pero es que ya que tú no estás, en la parte izquierda de mi pecho hay un hueco grande y vacío, que me gustaría llenar.


Mi chico imperfecto. Algo que te hace único. Olvidas donde dejaste las cosas y cualquier día te olvidas la cabeza. Te haces el loco, cuando quieres que alguien te recuerde algo de lo que te acuerdas perfectamente. Te haces el sordo cuando quieres escuchar bien alto lo que alguien te ha dicho. Pocas veces sonríes de verdad en las fotos y sales forzado. Tienes unas imperfecciones perfectas, y eso, supongo, es amor. 

viernes, 31 de julio de 2015

No creas que te miento si digo la verdad.

Puedo verte entre otra gente. Por eso nunca te irás del todo. Por eso y porque, sin dudarlo, siempre te dejaría volver. Sí, volver. Volver porque te has ido. Bueno nos hemos ido, que no perdido. Te has ido de mí y me he ido de ti, aunque sigo siendo tuya. Pero eso tú ya no lo crees. Sinceramente, mejor así. Supongo. Prefiero llevar esto dentro, aunque cuando te tenga enfrente sea inevitable no sacarlo a la superficie. Y tú lo sabes de sobra y lo notas enseguida. Tengo grabada tu cara cuando te dije que las cosas habían cambiado, que te quería pero no te necesitaba. Estoy segura de que no lo creíste, pero iba en serio. Si ahora mismo te necesitara de la forma en la que meses atrás lo hacía, estaría en la puerta de tu casa. A veces tengo la sensación de que no me vas a creer si te digo que he dejado de sentir o de que si en algún momento me ves de la mano de otro chico, me mirarás con la certeza de que sigues en mi corazón. Y en el fondo tienes razón, seguirás estando en mí y nunca te diré que no te quiero, porque dudo mucho que deje de quererte. Una vez te dije que siempre iba a quererte y conforme los días pasan estoy segura de que nunca dije nada más real que eso. Porque cuando me paro a pensar en lo que siento, cuando me doy cuenta de que quiera o no, pienso en ti mucho más de lo que debería, aunque menos de lo que me gustaría; que cuando voy a cualquier parte me gustaría estar contigo; me doy cuenta de que sigo alimentándome de nuestros recuerdos, aunque mucho menos que antes, pero mucho más de lo que me gustaría. Entonces me pregunto si es que eso es lo que voy a sentir eternamente, ese te quiero pero no. Esa sensación de ojalá tú y esa realidad que me dice que no. La certeza de que eres el amor de mi vida y la certeza de que por eso mismo he de dejarte. Esa constante contradicción entre tú y yo, entre lo que quiero y lo que debo, entre lo que siento y lo que pienso. Esa batalla que empieza a ganar la razón, hasta que te veo y el corazón destroza todo raciocinio, deja KO a mi cabeza y me vuelve a decir que sí. Que tú y nadie más. Que te coja de la mano y te lleve al fin del mundo, ya sabes, por volver a empezar por ahí.

"Y lo peor de todo es que creo que toda esta pasión retenida va a explotar algún día".

martes, 28 de julio de 2015

You don't just stop loving someone because the don't love you back.

A la gente que dice que cuando alguien no te quiere has de olvidarle, eso de que tienes que hacer cualquier cosa por dejar de pensarle. A esa gente le hablaría de ti. De tu forma de decir las cosas, de tu ceño fruncido, de tu sonrisa y de tus lágrimas. Les diría que cuando lloras las lágrimas se escapan de los muros que intentas construir mordiente los labios. Que cuando ríes tu cuerpo se tuerce hacia atrás. Les podría decir todo lo que hemos vivido, porque esta en mi mente como si lo estuviera viviendo en este instante. Por eso no puedo olvidarlo.

Si esa gente supiera los milagros que hacen tus abrazos, se tragaría sus palabras y entendería que a veces -por no decir siempre- el olvido se complica. Que se hace imposible. Que el olvido es una mentira. Que es un escudo que se construye, para que cuando veas a esa persona se derrumbe. Para que te des cuenta que las cosas del corazón dejan cicatrices, por eso no se borran nunca.

viernes, 10 de julio de 2015

You'll never get over it, but you'll get to the point where it doesn't bother you so much.

Hoy alguien llevaba tu olor, pero he sabido a la perfección que no eras tú y me he enfadado. No porque no fueras tú, sino porque había alguien que llevaba tu olor y quería parecerse lo más mínimo a ti. Y eso es imposible. Aunque bueno, tampoco me he enfadado por eso. Me he enfadado conmigo porque ese maldito olor ha sido otra excusa para pensar en ti. Bueno, para no dejar de pensar en ti. Porque supongo que lo de olvidarte no lo llevo muy bien si no dejo de pensarte, aun así qué más da. Lo  que realmente quiero es poder vivir sin ese dolor en el pecho y eso no lo llevo mal. Tampoco lo llevo bien. Es complicado. Lo de borrar tu sonrisa de mi mente, digo. No es sencillo cuando mi cabeza está llena de ”y sis”. Pero claro… ¿y si nada? Ya sé que no debería de ser así. Yo siempre he tenido claro que tú no, al menos siempre he intentado tenerlo claro. Aunque también es cierto que siempre ha habido una parte de mí, que veía en ti, lo que se supone que no existe. Y es muy raro, porque eso pocas veces me pasa y cuando me pasa es porque es así. En cambio, contigo sé que no. Seguramente me esté volviendo loca, puede que viera en ti lo que quería ver y no lo que de verdad había. Seguramente eso es lo que todo el mundo pensará y, con todo el mundo, me refiero a ti. Supongo que lo que pasa es que “veo fantasmas”, porque tú siempre has sido muy transparente. Quizás has sido demasiado transparente. Y quizás suene enfadada. Pero no lo estoy. Puedes estar tranquilo. Sé que no y sé que nunca. Esta es la primera vez que al decirlo, no se me ha puesto un nudo en la garganta. Y debes estar feliz por ello, aunque yo en mi interior piense que no lo estás. Porque ya ves, me estoy volviendo loca. 

domingo, 28 de junio de 2015

Todo sigue como siempre; solamente que no estás.

Hace unas dos semanas puede que cometiera el error más grande de mi vida. Me convencí de que después de ti no había nada y me quede estancada en un callejón sin salida, donde no había nadie, porque aunque mi cuerpo estaba ahí, yo no. ¿Dónde estaba yo? Perdida en los recuerdos, que me decían: “No sigas adelante, no vale la pena, él ya no estará”. Así que me quedé contigo y te rogué que no te fueras de mi lado, porque tenía la maldita necesidad de sentirte cerca, la maldita necesidad de mentirme. Me sentía sola y no podía ver más allá de los momentos que vivimos y me olvidé de lo que estábamos viviendo, de lo que tenía que vivir en un futuro. Así que te pido perdón a ti, por haberte enseñado las cicatrices que me abriste. Pero permíteme pedirme perdón a mí, por haber sido quién sabe quién y haberme perdido dentro de mí olvidándome de lo de fuera. Por haber decidido dejar de vivir si no podía hacerlo contigo. Por haberme permitido encontrar la felicidad en una persona, sin darme cuenta de que la felicidad está en todo lo que nos rodea, no en quien nos roba el corazón. Me autodisculpo por haberme permitido quererte más de lo que me quiero a mí, olvidándome de que para querer a alguien, primero hay que quererse a uno mismo.


Por eso he dejado que pasará el tiempo para poder escribirte sin ahogarme en tu adiós. Por eso he decido que no. Que ya no te necesito. Que te quiero y volvería a ti siempre, pero que ya no eres una necesidad. Que puedo respirar sin ti, aunque antes creyese que no. Que llevo trabajando mucho tiempo en aceptar las cosas y hoy, hace unas semanas desde que acepte todo. Y no dolió. No duele. Ya no. 

lunes, 8 de junio de 2015

Daría mi vida por morir a tu lado.

Yo por ti cruzaría el océano a nado. Yo por ti bato el récord mundial de los 100 metros lisos hasta tus brazos. Yo por ti rompo todas las teorías físicas que unen el tiempo y el espacio, porque contigo estoy en un espacio infinito y el tiempo desaparece. Yo por ti formulo la nueva teoría de la no relatividad, que se basa en el contacto de nuestras manos. Yo por ti me olvido de todo en lo que algún momento creí, reinvento dioses y establezco el primer y único mandamiento de nuestra religión: Hacernos felices. Yo por ti soy sorda a las voces de ignorantes que no conocen tu magia. Yo por ti, ¿qué no haría yo por ti?


Soy feliz, por ti. Río por ti. Lloro por ti. Grito por ti. Callo por ti. Vivo por ti. Muero por ti. Camino por ti. Caigo por ti. Respiro por ti. Me ahogo por ti. Escribo por ti. Borro por ti. Vuelvo por ti. Me voy por ti. Tú lo peor de lo malo y lo mejor de lo bueno. Pero que bueno lo nuestro y que malo lo mío. Ya ves, que me muero por vivir a tu lado; que vivo por morir contigo. 

domingo, 7 de junio de 2015

A veces mañana tiene que esperar

Ayer me encontré con alguien, me dijo que te había visto, que estabas igual que siempre. Me dijo que ibas con ella, que ibais a comer por ahí y que parecías feliz. Sonreí  y lloré para mis adentros. Me dijo, también, que le habías dado recuerdos para todos, que nos echabas de menos. Y no borré la sonrisa de mi rostro, pero ella me dijo que si me encontraba bien. Le dije que sí, que me alegraba de que estuvieras bien. No me creyó, me pregunto si habían cambiado las cosas. Yo seguí sonriendo. Me dijo que seguía viendo lo rota que estaba en el brillo de mis ojos y en las ojeras de mi rostro. Me dijo que ya no se me daba tan bien sonreír por fuera mientras lloraba por dentro. Le dije que no podía evitarlo, que me había olvidado de cómo esconder la tristeza cuando te llevaste mi sonrisa. Le dije que te echaba muchísimo de menos, que me ahogaba cada mañana que me despertaba y sabía que no iba a verte. Le dije que no me encontraba, que nunca antes había estado tan perdida, que el mundo giraba demasiado deprisa, que yo necesita mucho tiempo, que necesitaba parar. Le dije que la vida se me había quedado muy grande, que ningunos ojos habían vuelto a darme la seguridad que daban los tuyos y que ninguna sonrisa que había dado las ganas de ser feliz que me daba la tuya. Le dije que necesitaba verte y que había estado mucho tiempo huyéndote. Le hablé del tiempo que nos habíamos dado. Le dije que no soportaba ni un segundo más de mi tiempo sin ti, que necesita volver a escuchar tu voz, volver a mirarme en tus pupilas.Y sin saber cómo, acabé llorando en su hombro y diciéndole que te amaba.

Sin saber ni cómo, ni por qué acabe en las escaleras de aquel bar, pasada la media noche, con el móvil en la mano y tu numero marcado. Y sin darme cuenta apreté al botón verde. Y sin saber por qué, contestaste. Y volví a llorar. Y te pedí que vinieras; que te necesitaba. Que estaba muy jodida, que necesitaba verte, que no tenía ganas de nada. Pero ya no recuerdo el resto. Desperté en casa de una amiga, con la resaca de mi vida, aún sin saber a qué sabía el alcohol. Le pregunté y me dijo que tenía que olvidarte. Volví a preguntar. Me dijo que me habías llevado a su casa, que me había quedado dormida en tu hombro.


Ella me preguntó y no tuve otra opción que contestarle. Le hablé de que seguías teniendo esa magia en tu sonrisa y que no pude evitar probarla. Le dije que me habías hechizado con ella. Le dije que no intercambiamos muchas palabras, que me apoyé en tu hombro y me quede dormida mientras me susurrabas que no podía estar así, que no querías verme así. Y volví a aprenderme de memoria el ritmo de tus latidos. Y ella me dijo que pasara lo que pasara, no podía seguir así. Yo le dije que me prometiste que ibas a volver hoy. Y ella me recordó que “a veces mañana tiene que esperar”.

viernes, 29 de mayo de 2015

Me tendré que convencer, Cúpido a veces se equivoca.

Hace tiempo que no te escribo y no porque no te sienta. Justo por el contrario, porque te siento muchísimo. No sé decirte adiós, no voy a hacerlo. Cada vez que cierro los ojos me viene tu sonrisa a la cabeza. Joder, que tu sueño inalcanzable aparezca en tus sueños reales duele. Si es que parece que la vida no me quiera. Seguro que me quieres tú más que ella.
 Verás, quiero decirte algo, algo que nunca te he dicho: Gracias por existir. A veces pienso en cómo sería la vida sin ti y la vida desaparece. He estado pensando en cómo quiero que me recuerdes, por eso he vuelto a sonreír. He vuelto a sonreír porque quiero que te des cuenta de que me haces feliz. También quiero que sepas que siempre hay algo que hace que vuelva a ti, no sé si a ti te pasa igual. Ojalá que sí, pero sé que no. El caso es que me siento en el ordenador creyéndome que ya he dejado de quererte, suena una canción y vuelves a mí. Como la marea. Vuelves, porque te dejo volver, porque no quiero que te vayas. Me da igual que todo esto pueda acabar en un desastre, yo contigo lo que con nadie. Quiero cogerte de la mano. Quiero besarte y darle un sentido a la vida. Quiero que uno más uno de uno, que el resto sea cero. Quiero hacerte sentir la forma en la que te quiero. Quiero que comprendas que si tengo que morir un día, por lo menos, en ese momento en el que pasa tu vida por delante, pueda decir que fui feliz contigo.

Por un día.
Por un instante.

Para toda la vida.

Para toda la muerte.

Reírte de la vida aunque duela.

Tenemos que ser conscientes de que todo termina. Pero no nos equivoquemos. Que todo termine, que los finales duelan, por mucho que intentes convencerte de lo contrario, no implica que hayas de cerrarte. Mira, si algo he aprendido en esta vida es que hay dolores que vale la pena sentir. Hay momentos por los que vale la pena llorar, personas por las que vale la pena luchar, canciones por las que vale la pena callar, sueños por los que vale la pena dormir y ángeles por los que vale la pena rezar. Así que sí, muy probablemente lo que estés haciendo ahora, lo que tengas en este momento, va a desaparecer. Lo que quiero decirte es que todo esto se esfumará, al igual que tú, por lo que no le veo sentido a eso de privarse de ciertas cosas.

Que desde fuera es sencillo, que no soy yo la que siente el dolor. Pues ojalá fuera así. Llevo dos años con nuestra fecha de caducidad en la cabeza. No dejo de decir palabras para que no haya un silencio después de cada adiós. Sé lo que es perder a personas, perder sueños y perder la vida, aun cuando sigues respirando. Ese dolor, ese vacío que sientes dentro no vas a dejar de sentirlo. Es extraño, cuando algo se acaba tienes la sensación de que es para siempre; pero cuando algo empieza, sabes que se va a acabar. Si es que nos jodemos la vida nosotros solos y luego le echamos la culpa al que nos rompió el corazón, cuando este lo único que de verdad hizo fue hacernos felices.


Odio las despedidas, por eso las convierto en bienvenidas. Si algo se va, volverá pero de otra forma. Si no quieres que cambie, trabaja en ello. Pero no te prives de disfrutar, sé feliz mientras puedas. Llora todo lo que quieras, pero no te olvides de decirles a todas esas personas que están contigo que les quieres. Y por supuesto, no dejes de sentirlo. Nunca. Echa de menos, pues eso significará que fue importante, que valió la pena y que lo VIVISTE. 

miércoles, 20 de mayo de 2015

No necesito a otro que no seas tú.

Es cierto que si no te olvido es porque no quiero hacerlo. Que si pienso que eres único es porque quiero que lo seas. Porque quiero que tus besos no sepan como ningún otro y que tus manos me hagan temblar como ningún terremoto sería capaz. Y no, te juro que no soy masoca. Que no me gusta el dolor, que está claro que somos de donde lloramos, pero siempre querremos ir a donde reímos. Así que, por esto mismo, soy de ti y quiero ir a ti. Eres la razón por la que me levanto todos los días, pero también la razón por la cual no me quiero despertar. ¿Merece la pena todo esto? A ver, una cosa es que te quiera y otra que sea gilipollas. Tener el corazón tan roto, y rompértelo más aún día tras día no merece la pena. Ni por nada, ni por nadie. Pero tú, puede que sí que valgas la pena, porque no quiero olvidarte, ni dejar de quererte, no ahora. Y es que cuando lo que cura es lo mismo que lo que daña, no hay nada que hacer. O estás enferma con dolor o estás enferma sin él. Y ante estas dos opciones, cualquiera en su sano juicio elegiría la segunda. Si es que estar contigo es como viajar a la velocidad de la luz y te sientes infinita, estar a tu lado es rozar el cielo con los dedos; y, a ver, ¿quién volverá a hacerme viajar a la velocidad de la luz? Nadie, es demasiado imposible, como nosotros. 

viernes, 8 de mayo de 2015

Tu nombre es sinónimo de nunca para mí.

Te me vas y contigo las palabras. No sé de qué escribir, porque no sé que soy cuando no te siento. Intento encontrar la forma de hacerte sentir esto que siento, pero nada funciona. Es normal, lo que siento es demasiado como para que alguien más lo sienta, ni si quiera yo lo volveré a hacer. Dicen que el primer amor es el verdadero, que los demás son solo para olvidar. El primer amor, no es la primera persona con la que quieres estar, sino la primera persona a la que no quieres dejar. Tú eres la primera y única persona a la que no quiero dejar. También eres la única a la que debo dejar. Si es que ya te lo he dicho, la vida no va mucho de mi lado. A cara o cruz, me sale canto. Las velas de la tarta de cumpleaños no se apagan. Cuando soplo una pestaña no vuela. Y para colmo, las nubes no me dejan ver las estrellas fugaces. Vamos que por si tenía alguna duda la vida me afirma, a cada momento del día, que lo nuestro es imposible. Se ve que no se ha enterado de que de eso te encargas tú. Aunque seguro que sí, pero como nunca tienes tiempo, me lo recuerda por ti. Ya ves, la vida se ha vuelto más cabrona que tú. Pero lo ha hecho porque es en lo único que puede ganarte. Tú eres mucho más bonita que ella.


sábado, 2 de mayo de 2015

No puedo volver a imaginar mi vida sin tenerte a mi lado.

¿Vosotros tenéis imágenes? Me refiero a imágenes con esa persona. Cuando de repente, un día cualquiera, te viene a la cabeza algo que nunca pasó, pero te gustaría que pasara. Es como si realmente estuvieras soñando despierta. A mí me pasa. Tengo miles de imágenes con él. Nosotros en el último piso de la Torre Eiffel comiéndonos a besos. Yo en el balcón de nuestra casa y él agarrado a mi cintura besando mi cuello. Nosotros tumbados en la cama de un hotel haciéndonos cosquillas en la espalda. Él llevándome a comprar un helado en el chiringuito de esa playa, mancharle de nata, para después, limpiarle a besos. Él poniendo su mano en mi muslo cuando el semáforo está rojo y el frena el coche. Yo despertándome por el ruido de sus besos en mis mejillas.  

Y así podría seguir eternamente. Lo malo de esto, es que sé que nunca se va a hacer realidad. Que él y yo nunca vamos a compartir momentos solos, que él y yo nunca nada. Y la verdad, se me van las ganas de todo. Ya ni siquiera quiero que la gente lo entienda, solo quiero sentirle. Me da igual joderme, total, ya estoy demasiado rota como para que cualquier otro golpe pueda romperme más. Y él lo sabe, soy su chica de la sonrisa rota. La chica que pierde la voz, el culo y la vida, con tal de hacerle feliz.

A veces me pregunto hasta qué punto se puede llegar cuando realmente amas a alguien. Hasta qué punto voy a llegar. Por qué no lo dejo pasar ya, me doy por vencida. Pero es que lo he intentado muchísimas veces y tiene algo que hace que no pueda desengancharme. Tiene algo que me dice: “Venga, lucha un poco más”. Y claro, por 42 días, mejor luchar hasta el final, ¿no? Quien sabe a lo mejor, en sus más profundos sentimientos, tiene algo que tampoco le deja desengancharse de mí. Siempre de un modo distinto a mí, claro. No sé a lo mejor, se ha acostumbrado a tener a alguien que le quiera y no puede dejarme ir por eso. Aunque sería muy triste y entonces sí.

Volvería a romperme.
No quedaría nada de mí.

Me autoconsumiría.

jueves, 23 de abril de 2015

La culpa es de uno cuando no enamora.

A veces me pregunto cómo es posible que el mundo siga cuando te tengo a apenas centímetros de mí. Como es posible que el mundo no se dé cuenta de que cuando me encuentro con tus pupilas entre infinitas miradas, un nuevo Big Bang estalla y se crea un pequeño mundo nuevo, un mundo nuestro, en el que la felicidad también nos acompaña. Como es posible que tú tampoco te des cuenta de esto. Que para ti tenerme a escasos centímetros es como si ni siquiera estuviera delante de ti. Y eso me ahoga el corazón, porque hace algún tiempo que te lo di y tú no sabes que está a tu cargo.

También me pregunto cómo es posible que a estas alturas me digan que tienes una pequeña mancha en tu ojo izquierdo, cuando yo lo sé desde el primer momento en que te vi. No entiendo cómo es posible que aún no sepan cuando tienes un día malo y que te lo hagan pasar peor, no llego a comprender como al mundo no le entran ganas de hacerse más bonito para hacerte feliz. No puedo comprender como la gente no se da cuenta de todo lo que eres y todo lo que abarcas cuando te abrazan. No puedo comprender como el interior de las personas que están entre tus brazos esté vacío. ¿Sabes por qué? Porque ya no recuerdo sin ti en mi, ya no me acuerdo de cómo era cuando tú eras cualquiera, porque creo que tú nunca fuiste cualquiera. Porque tú siempre has abarcado todo en cuando me rodea, convirtiéndome en una drogadicta a todo lo que lleve tu nombre y apellidos.

domingo, 19 de abril de 2015

Tenía un modo de sonreír que me hacía sentir pequeña e insignificante.

Verte es como si la vida recobrara sentido. Es como descubrir el por qué estas donde estas, es como mirarme adentro y decir: Si él está aquí, no debo de haber hecho las cosas tan mal. Que vale, que no siempre he hecho lo que debía, pero sí lo que sentía. Por eso quiero que sepas que tengo ganas de ti. Fue cuando me senté a tu lado y sentí que no había nadie más que nosotros, cuando hablaste y dibujé infinitas veces tus labios con mis ojos, cuando me miraste y me imitaste con una sonrisa enorme; fue ahí cuando sentí que la vida valía la pena por momentos como esos. Sentí que volvía vivir, que volvías. Y juro que me sentí infinita. Porque tenerte siempre cerca es como rozar el cielo con los dedos. Porque tenía los pies en el suelo, pero cada vez que me mirabas sentía que estaba volando. Porque parecía un sueño, porque no quiero creerme que los momentos contigo son reales. Porque en eso de joder las cosas soy una experta, así que voy a besarte. Y está vez voy en serio. 

sábado, 18 de abril de 2015

Por qué hay tanto dolor aquí conmigo.

Hay cosas en tu interior que necesitas sacar tarde o temprano. Después de 15 años siento una terrible necesidad de sacar esto de mí. Tengo miedo de perderte. Las cosas han ido mal desde que tengo uso de razón, he creído perderte unas cuatro veces y ya no aguanto más. No suelo decírtelo, pero te quiero. Has sido y serás un pilar fundamental en mi vida. Me ayudaste a cumplir uno de mis sueños y siempre me has apoyado. No importaba cuanto dolor sintieses, siempre tenías una buena cara para mí. Pero me acuerdo de aquel día en el que te vi y pensé que te habías ido. Juro que tuve ganas de irme contigo. Te he visto más allá que aquí, has tenido un hospital como segundo hogar y temo a las ambulancias por si tu vas en ellas. Quiero convencerme de que yo no tengo nada que ver en esto, que las cosas han venido así y que hubieran venido igual si yo no hubiera nacido. Pero es inevitable sentirme culpable cuando mientras yo aparecía en el mundo, tú estabas en una camilla de hospital y desde entonces todo ha seguido igual.

Me gustaría que supieses algo, aunque nunca vayas a leer esto, todo lo que soy te lo debo a ti. Siempre has sido mis ganas de luchar y seguir adelante, mi motivo por sonreír. Siempre lo vas a ser. Pero tengo miedo de perderte y escuchar cosas como "si es que cualquier día subo y me lo encuentro..." me hunden. Prohíbo esas palabras, te dejo que no le temas a la muerte, pero no te dejo que la esperes. No quiero que la esperes más, por mucho que te dieran una garantía de cinco años, aquí estas quince más tarde. No quiero ver como te consumes, como no puedo hacer nada, no puedo ver como te falta la respiración, como conforme los días pasan te cuesta más. Me niego a que te des por vencido. Si te falta aire, yo te lo doy, Si te faltan fuerzas, yo te las doy. Hago todo lo posible por tenerte a mi lado mucho más tiempo.
Sigue aquí, papá. No voy a dejarte, no me dejes.

viernes, 17 de abril de 2015

Escribiendo sobre nada, mientras me olvidas.

Nos mató el tiempo mientras esperábamos en aquella estación a un tren, no importaba si de ida o de vuelta, el caso era escapar de aquí. Pero nunca llegó, bueno, en verdad sí que lo hizo, pero nos faltaron agallas y en esos segundos en los que nos planteábamos subirnos o no, se fue. Se fue dejando el reloj estancado en las tres de la madrugada de aquel día, se llevó todo, lo arrasó dejándonos en ruinas y así estamos. Perdón, así estoy. No sé ni lo que escribo, te llamo tren y pienso en segunda persona del plural, cuando no soy más que yo.  Pero olvida todo esto, de verdad. Olvida que te quiero, que te echo de menos. Olvídate de mí, de verdad. Yo ya me las apañaré, de algún modo, no sé cuál, pero lo haré. Al fin y al cabo te lo prometí, ¿no es así? Parece que fue ayer cuando me abrazaste y me susurraste que te prometiera que iba a estar bien. No me gusta romper promesas, así que creo que es mejor que me olvides a que esperes que vuelva a ser la que fui. Dicen que aceptamos el amor que creemos merecer, acepto la ausencia de tu amor, que te olvides de mí no puede doler más que esto. Pues dicen que una de las tres formas más rápidas de morir es cuando quieres a alguien que no te quiere. Pero cuando le quieres de verdad, cuando sientes que esa persona tiene tu corazón agarrado entre sus manos y sientes que solo con ella podrás ver claro el futuro, que sin ella solo existe el pasado. Más dolor no hay, olvídame, será más sencillo. 

jueves, 16 de abril de 2015

Y aunque el mundo se confunda, esto es la vida para mí.

Te echo de menos, no espero que lo entiendas. Son las nueve de la noche, me escondo en la música y todavía no ha oscurecido. Suelo leer entrelineas tus palabras pero tú nunca dejas nada a medias, marcas con comas y puntos todo lo que yo jamás seré capaz de decir. No te culpo; solo te pido,por favor, que me traigas de vuelta. Que me llevaste contigo no recuerdo cuando, solo sé que lo que fui se fue un día y desde entonces me odio un poco más. Porque sabes que te hablo entre líneas, te escribo en braille o te envío señales de humo con tal de decirte que tienes diez encantos:

1. La forma en la que clavas tus ojos en mis pupilas cuando te hablo.
2. Tus ojos medio cerrados al sonreír.
3. Cuando me agarras por la nuca para darme dos besos.
4. Cuando eres borde, pero no conmigo.
5. Cuando me preguntas si estoy bien cuando nadie más lo hace.
6. Tu sonrisa. (Es una buena razón por la que morir)
7. Cuando apartas el pelo de mi cuello y lo rozas.
8. Cuando paras el tiempo.
9. Cuando paras mi corazón.
10. Tu "escribiendo..." de Whatsapp.
11. Tu risa.

Después de estos diez encantos, te quedan infinitos más. Soy incapaz de enumerarlos, solo puedo decirte que contigo es como con nadie más. Que cuando te miro me olvido del resto y cuando me miras, más de lo mismo. Que solo me encuentro entre tus brazos, que solo me pierdo si no estás. Que sé que no podemos hacer de esto una prueba constante, pero necesito escucharte y sentirte a escasos centímetros de mí. Nada más, solo tenerte cerca y que el tiempo no pase. Que lo pares y te olvides de lo que quiero. Que no me observes, ni me veas, mírame. Después de estos diez encantos encuentro las razones por las que te quiero, pero jamás encontraré la respuesta a por qué te quiero tanto. No quiero encontrarla, no existe. Solo sé que después de estos diez encantos, que después de ti no habrá nadie. 

miércoles, 15 de abril de 2015

Que mates por ella, que muera por ti.

Espero que ella te de lo buenos días con una lluvia de besos, que retrase el despertador para quedarse acurrucada en tu hombro y que te preparé el café del desayuno. Que se siente enfrente tuya, que te observe mientras te bebes el café y que te imite. Espero que te acompañe a la ducha por la mañana y te bese bajo el agua. Que te coja por la espalda mientras te afeitas y que sonría al espejo recordándote que eres lo más bonito de su vida. Espero que salga contigo de la puerta de casa y que te coma a besos nada más entrar en el ascensor. Que se siente en el asiento del copiloto de tu coche para agarrarte la mano mientras conduces, que te cante todas las canciones que suenan en la radio y que sople a los semáforos para que cambien de color, y así hacerte reír. Espero que antes de bajar del coche te desee un buen día y que te bese como si fuera la primera vez. Espero que a la hora de comer te diga que su plato de macarrones estaba muy bueno, pero que están más ricos tus labios. Espero que cuando llegue a casa y te vea, te pregunte que tal te ha ido el día. Que te observe embobada y que sea feliz escuchando como te ha ido en el trabajo. Que se siente a cenar contigo y que ponga su mano en tu muslo sin darse cuenta, porque necesita estar en contacto contigo. Espero que se siente a tu lado en la cama y se apoye en tu pecho para leer su libro favorito. Que lo cierre, lo deje en la mesita de noche y comience a recorrer cada rincón de tu cuerpo con sus labios. Espero que te bese acariciando tu pelo con sus manos. Que se pierda en las curvas de tu sonrisa y que te pierdas por las curvas de sus caderas. Que te quite la ropa cual otoño quita las hojas a los árboles. Espero que se sepa de memoria la cantidad de lunares que tiene tu espalda y que los cuente, cada noche, para asegurarse de que están todos. Espero que te quite el cigarro de la boca, después de haber(te) hecho el amor, y que te diga que si quieres matarte, que lo hagas con sus labios. Y que te muerda. Y que te tenga loco. Y que le tengas loca. Espero que te haga feliz y que te haga soñar despierto. Espero que te quiera, cada día como la primera vez.

Espero que pueda darte todo lo que yo nunca podré. Espero que te quiera tanto como yo. Espero que nunca dejes de ser feliz. Pero si dejas de serlo, llámame. Estaré de vuelta, siempre que me lo pidas. Aunque ni siquiera sea tu postre, ni tu whisky de madrugada. Aunque olvides mi nombre. Si algún día te sientes solo, llámame. Estaré esperándote.

Me perderé contigo por los callejones del carmen y por tu cuello. Te encontraré en mis labios, me encontrarás en tus manos. Te llenare el cuerpo de sonrisas.
Porque solo quiero que la felicidad esté siempre de tu lado; aunque se olvidé de mí, tú la mereces más que nadie en este planeta.

jueves, 9 de abril de 2015

No importa, está todo bien. Lo siento.

Siempre fue mucho más fácil. Te sentía más cerca, me mirabas más profundo. Siempre me fue mucho más fácil decirte que te quiero que callármelo, pero a veces sobran las palabras. Y las personas también. Sé que sería mucho más fácil si me fuera, si te dejara, si todo esto acabara. Sé que por mucho que grite tu nombre, no me escuchas. Sé que por mucho que te quiera, para ti nunca será suficiente. Algún día  te perdonare que me hayas enamorado como si después de ti no hubiera nada, nadie. Aunque en el fondo es cierto, después de ti no me queda nada, solo millones de personas que no te llegan ni a la suela de los zapatos. Porque después de ti se me acaba el mundo. Pero bueno, que da lo mismo. Todo lo que te escribo, todo lo que te digo, son palabras que se esfuman en un abrir y cerrar de ojos. Y admito que eso es lo que más me duele. Saber que lo más bonito que he sentido, que lo más bonito que tengo para darle a alguien, me lo tengo que guardar porque he llegado demasiado tarde a tu vida.


No es justo. Ojalá pudiera haber llegado antes, pero nadie decide estas cosas. Y no quiero dejar pasar lo que siento, no quiero quedarme quieta mirando como pasas por mi lado. Porque eso sería dejar de ser yo. No puedo mirarte, como si no hubiera nada. No puedo escucharte pronunciar mi nombre como si no se me parara el mundo cada vez que me llamas. No puedo coger tu mano como si no se me erizara toda mi piel. No puedo mirarte a los ojos como si no tuviera unas ganas terribles de comerte la boca. Perdón, quería decir de besarte. 

lunes, 30 de marzo de 2015

Nos queríamos a morir y nos matábamos sin querer.

Me encontré contigo por el pasillo de aquel edificio lleno de recuerdos. Al principio pensé que me estaba ahogando, pues no encontraba aire para articular palabra. Pero te miré a los ojos y pude respirar.
   - ¿Te acuerdas?
   - ¿De qué? – seguías sonriendo de la misma forma que me volvía loca.
   - De la cantidad de veces que creábamos un mundo nuevo para dejar escapar nuestros                          sentimientos.
   - Las cosas así no se olvidan nunca. No suelen enamorarse de mí a menudo, ¿sabes?
   - Bueno, eso es porque no saben mirar bien dentro de tus ojos.- te sonreí.
   - Tampoco encontrarían mucho.
   - Eso lo dices tú, pero mejor si no miran, ¿no?
   - ¿Qué?- no comprendias lo que acababa de decir.
   - Si no miran no corren el riesgo de enamorarse, así evitas problemas.- fije mis pupilas en las              tuyas, se me hizo un nudo en la garganta.
   - Andrea… -dijiste mi nombre casi susurrando-… tú nunca has sido un problema.
   - Déjalo.
   - No, escúchame. Nunca has sido un problema, las cosas han venido de una forma extraña,                  diferente, pero nunca has sido un problema. Porque te lo he dicho millones de veces, te quiero.          Te quiero muchísimo aunque no seas capaz de apreciarlo.- había conseguido que llorara otra vez      delante suya, después de tanto tiempo.
   - Yo siempre quería más, no sabia parar. Lo siento…- agache la cabeza y deje de mirarte-Lo siento      muchísimo.
   - Eh!- levantaste mi cabeza- no tienes que sentir nada. – me ofreciste tus brazos- Ven aquí,                    pequeña.



Me acoplé en tu pecho y seguí llorando, mientras me susurrabas un suave “tranquila”.

Son las cosas que más queremos las que nos destruyen.

Comprender que lo que no es, no podrá ser,  es una razón para marcharme a tiempo. Huir es un reflejo que sale solo, no puedo controlarlo. Cuando las cosas van bien, me asusto, porque no quiero decepcionarte ilusionándome, entonces huyo. Salgo corriendo y me escondo, le digo a mi razón que por favor comprenda a la tuya. Pero entonces empiezo a encontrarme sola y a echarte de menos. Y vuelvo a ti, porque tenemos algo, que no nos permite estar lejos. Al igual que tenemos algo que no nos permite estar cerca. Tenemos un punto medio, la línea que separa lo que yo quiero y tú no. Una línea que no puedo evitar traspasarla, porque quiero llegar más allá de “esto”, pero que tú te paras en ella, al borde del precipicio, paras y te estancas ahí. Sabes hasta donde, yo no.


Así que nada. Tranquilo que esto suele pasar, ¿no? Cuando huyo siempre vuelvo, no importa que me esperes o que no. Pero, ¿Qué pasa si ya no? ¿Qué pasa si no vuelvo? ¿Qué pasa si pienso que si tú no vienes es porque no me quieres en tu vida? Porque es así. A veces huyes, no sabes a donde, te vas. Y no sabes volver. Y te pierdes, para siempre, en el laberinto de sus ojos. No puedes salir y él no va a buscarte. Te quedas ahí, escondida, para siempre.  

miércoles, 25 de marzo de 2015

Tendría que estar muerta para no recordarlo. Y quizá ni siquiera entonces lo olvidaría.

Si te vas, vete ya. Tengo que prepararme si vas a dejarme. Así que si vas a irte, avisa y vete ya. Porque me va a costar mucho acostumbrarme a la realidad. He estado mucho tiempo soñando. En el fondo, sé que sabes que todo esto me lo he buscado yo, porque es la verdad. Lo cierto es que estuve mucho tiempo pensando que sentías algo y que podríamos ser todo lo que quisiésemos, pero esto es algo de lo que también te culpo a ti. No fuiste capaz de mirarme a los ojos y decirme: “No siento nada por ti, nunca lo voy a sentir”, que vale que hace dos semanas me lo dijiste, pero después de dos años, ¿no te parece un poco tarde?

Pero no voy a engañar a nadie. Eso lo digo por desviar un poco el rumbo de mis sentimientos. Porque sé que me lo dijiste desde el primer día, cuando dijiste: “Ya sabes lo que hay” y yo, ilusa, te dije: “No si ya lo sé, no pasa nada”; ahora, lo cierto es que sí que pasa, que pasa todo. Que no soporto la idea de no poder estar contigo. Que no soporto la idea de que dentro de 76 días, tendrás toda tu vida para olvidarme. Bueno, olvidarme no, simplemente no acordarte. Porque no vas a ser tú quien me llame un día cualquiera para preguntarme como van las cosas, ojalá porque tengas miedo de que te diga que sigo estando tan enamorada de ti como siempre lo he estado. Y esto es la primera vez que lo digo alto, pero es la verdad. Tenía que sacarlo. Desde el primer momento que entraste de verdad en mi vida, sentí algo. Y de eso, hace 3 años. 3 años que se dice pronto. Y ahora, te pido te vayas, porque al fin y al cabo, acabarás marchando. Pero no me hagas caso, porque aunque te vayas antes va a doler lo mismo. Fuiste tanto, que en algún momento pensé que tú y yo fuimos, un momento, un nosotros, un sentimiento, no sé el que, solo sé que fuimos.

Pero olvídate, no sé qué digo.
Mírame, aquí, escribiéndote en pasado que creía que éramos.
Cuando sigo pensando que somos.
Cuando deseo que seamos.

Que menos, que un futuro.

martes, 24 de marzo de 2015

Cuando ríe, todavía le deseo más.

Hoy llueve, desde hace días. Ya lo echaba de menos. Es un poco egoísta, pero necesitaba que el cielo estuviese tan feo como yo. Ni siquiera tengo palabras. Y eso duele. Tenéis que entenderlo. Tienes que entenderlo. Eres por lo que soy y te estas yendo. Lo siento, lo siento muchísimo, pero es que me siento sola. No te encuentro y ya no sé por dónde buscarte. He hecho todo lo que ha estado a mi alcance para hacerte sentir algo, pero no ha sido suficiente. Por eso, voy a hacer todo lo posible por hacerte sentir algo. Sí, has leído bien, todo lo posible. Sé que no debería hacerlo, pero últimamente estoy desconfiando de ti, no es por ti, lo juro. Soy yo, desconfió de mí y eso me hace desconfiar de ti, porque sé que no soy suficiente para alguien como tú. Y eso, cariño, me está matando. Por mucho que me digas que no es por mí, que eso es algo que se tiene que sentir y que tú, sintiéndolo mucho, no lo sientes; aun así, me mata. Sé que enamorarse no es algo que se escoge, sé que piensas que estoy muy jodida por quererte. No es cierto, estoy jodida porque no me quieres, pero quererte… Si quererte es un error, entonces será el error más bonito que voy a cometer en mi vida. Porque las sensaciones que me provocas, son todo lo contrario a un error. Porque, pequeño, me da igual como suene, pero te deseo. Cuando te miro intento salir del laberinto de tus ojos para poder llegar a tus labios, para poder acariciar tus brazos, adentrarme en tus ojos con mis pupilas, morder tus labios con mis dientes, respirar en tu cuello, vivir en ti. Porque tus labios me hacen tiritar y tenerte cerca me sensibiliza. Tenerte cerca me revoluciona las pulsaciones y me pone la piel de gallina. Porque te deseo y te necesito y te quiero y te amo y te admiro y te ansio. Porque te quiero mío. Porque quiero hacer caracoles en tu pelo y despertar encima de ti. Porque todo lo malo te lo llevas en un segundo y tú haces de todo menos joderme la vida; porque de eso ya me encargo yo. Tú solo haces que mi vida valga la pena. Grandullón, eres lo más bonito que tengo alrededor, un error que cometería todos los días de mi vida. 

martes, 17 de marzo de 2015

No sé si recuerdas.

Me he aprendido de memoria tu labios, pues son el camino que quiero recorrer durante el resto de mis días. Me los sé de memoria, pero aun así estaría dispuesta a perderme en ellos una y otra vez. Hablando de pérdidas, búscame. Debo de estar por algún recoveco de tus ojos, allá por el brillo de tus pupilas. Encuéntrame y abrázame. Cógeme la mano, como aquel día, ¿recuerdas? Estaba temblando y cogiste mi mano, apretaste fuerte y… Todo lo demás no lo recuerdo bien, solo sé que ahí descubrí que es cierto lo que dicen de que la felicidad se mide en momentos, porque en ese momento fui feliz. Y luego, aquel día que apoye mi cabeza en tu pecho, sin saber muy bien que hacer y acariciaste mi espalda. Y el día ese que te miré a los ojos y permanecí en silencio durante unos segundos eternos, en los que tú me miraste fijamente y sonreíste, ese silencio que se rompió cuando te dije con toda la seguridad del mundo: “Te quiero”. Y todos los otros pequeños momentos que hemos tenido juntos, todas aquellas veces que hemos compartido nuestra vida, todos esos días en los que hemos estado juntos. Todas esas veces que he sido feliz. Si es que, toda mi felicidad se resume en ti.


Y tú… me confundes, ¿sabes? Hay días que pienso que te gusta que te quiera, que te gusta la forma en la que te miro o que te gusta que se me corte la respiración cuando te acercas. Luego, hay días que siento que estás cansado de mí, que quieres que te deje en paz. Pero no pasa nada, pensándolo bien, ¿cuál sería nuestro futuro? Tú que la tienes a ella, yo que ni siquiera me tengo a mi. Es inútil demostrarte que te quiero o decírtelo, lo sé de sobra, pero necesito que te des cuenta de que sin ti yo me pierdo. ¿Por qué? Porque me llevas a un mundo en el que la palabra miedo es solo una palabra más, entonces me olvido todo. Porque no se trata de que hagas desaparecer todo lo que apaga mi vida, es que tú haces que eso también brille. Entonces mi vida la haces mucho más bonita. Tanto que entonces puedo decir, que entonces sé, que la felicidad existe. Que la felicidad se esconde detrás de los ojos marrones más bonitos del mundo.

No sé si recuerdas, todo aquello que no puedo olvidar. Ojalá que sí.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Hay peores formas de joderse la vida pero ninguna tan bonita como quererte.

¿Sabes? No cambiaría nada de aquella carta, pues sin eso no sé qué sería de nosotros ahora mismo. Tú y yo nunca hemos sido nada, pero esa nada ha sido suficiente para haberme enganchado a ti. Mi corazón se agarra a tus palabras, mientras yo le digo que te deje respirar. Que necesitas tu espacio. Pero no me hace caso. Va detrás de ti, no ha aprendido. Nunca lo hará. A pesar de lo mucho que lo has roto. Porque sí, seamos realistas. Me has roto el corazón y estoy jodida.


Si pudiera volver hacia atrás otra vez, repetiría todo lo que hemos pasado. Porque he sido muy feliz contigo, sin tenerte. Porque sigo siéndolo. Si es que, que culpa tendrás tú de que mi corazón se haya enamorada de tu forma de romperle. Que culpa tendrás tú de que esté completamente enganchada a tu risa, a tu voz, a tu mirada. Que culpa tendrás tú de que me vuelva loca tu lado borde, de que me vuelva loca tu forma de desquiciarme, de que me vuelvas loca. Si es que, no puedes pronunciar mi nombre con esa sonrisa y esos dientes rectos, porque se me para el corazón cada vez que lo haces. Y empiezo a vivir de nuevo, cada segundo que te tengo a mi lado.

jueves, 5 de marzo de 2015

Porque hasta la fecha tú has sido la única persona con la que he tenido esa sensación de un futuro juntos.

Preguntaste: ”¿Me quieres?’’, a lo que confesé: “Más que a mi vida”. No hace falta que diga cual fue tu reacción, porque fue como siempre, ninguna. Más que a mi vida. Eso es mucho, pero nunca suficiente para ti.
Querer  a alguien más que a tu vida es dejar de vivir por ti.  Vivir por él, reír por él, llorar por él, hablar por él, hacer por él. Es dejar de ser tú, porque sin él no puedes ser. ¿Es bueno o es malo? Y yo que sé, supongo que como todo, tiene su parte buena y su parte mala.  El amor nunca es suficiente, nunca sobra, pero siempre falta. Lo que pasa es que no puedes dejar que tu vida dependa de alguien, porque si esto ocurre, dejas de vivir. Y no puedes dejar de vivir, por nada del mundo.
Lo gracioso de todo esto es que yo no me lo aplicó. Estás tan dentro de mí, que… Que no tengo excusa. Que me he cansado de fingir. Que no ser suficiente para a ti me ahoga. Que lo he intentado de todas las formas posibles, he intentado que me miraras de otra forma, pero tranquilo que ya sé que esto es imposible. Que tengo muy claro que yo no soy nada para ti. Pero te echo de menos y solo quiero que sepas que si algún día todas las palabras que te escribo dejan de estar perdidas, si un día las encuentras. Solo te pido que vuelvas, porque te estaré esperando. Siempre te voy a esperar, porque lo que siento cuando clavo mis pupilas en las tuyas, no lo siento con nadie más. Porque contigo los abrazos paran el tiempo. Porque solo cuando tú me coges de la mano tiemblo. Porque solo contigo, porque solo tú.


jueves, 26 de febrero de 2015

She's still too young, you do not need her.

Déjame hacerte feliz. Te lo suplico, déjame ser la razón de tu sonrisa. Déjame decirte que la vida me sonríe tanto como lo haces tú. Déjame repetirte todo lo que ya sabes, déjame hacerte todo lo que no quieres y decirte todo lo contrario a lo que quieres escuchar. Déjame mostrarte como quiero ser, como soy. Déjame tenerte. Sé que soy una egoísta, que si de verdad te quiero debería dejarte ir. Al menos eso dicen, pero ellos no tienen ni idea de lo mucho que llevo esperándote y lo que duele esperarte, sabiendo que tenemos fecha de caducidad. Una fecha que se aproxima cada vez más deprisa… Lo bueno de antes, es que no pensaba en esta fecha y podría seguir soñando con que podrías venir a decir que me querías; pero ahora que sé que cuando llegue ese día se acabará todo, ahora siento que te necesito. Que lo que sentía va más allá de lo que alguna vez te he dicho. Que no se trata de besarte o de caminar agarrada a tu mano; se trata de querer pasar el resto de mis días contigo. Pero eso a  ti se te queda corto, bueno corto no; a ti eso ni se te pasa por la cabeza. ¿Tú cómo vas a quererme? Si yo no soy nada para ti, si soy como cualquiera. 

lunes, 23 de febrero de 2015

Cuando solo quieras que te quiera él.

Por mucho que hable de ti que sabrán ellos de lo grande que eres y lo pequeño que aparentas ser. Ni si quiera tú eres consciente. Yo no lo fui hasta hace poco, cuando me di cuenta que sin ti no era nadie, nada. Cuando un día quise armarme de valor y plantarle cara al mundo y éste se rió de mí, diciéndome que tú y yo estábamos destinados a no ser. Entonces caí en la cuenta de que si me quitaban los momentos que hemos vivido, no me quedaba prácticamente ningún momento feliz. Porque mi felicidad está contigo.

Dicen que se deja de querer sin saber por qué, al igual que se comienza a querer. Un día empiezas a sentir que la vida se vuelve más bonita cuando estás con él, se te empieza a encoger el pecho cuando escuchas su voz y todas esas reacciones que tiene tu cuerpo cuando aparece esa persona; pero eso son simples tonterías. Lo bonito de esto, también lo jodido, es que esa persona te da vida. Y la vida lo abarca todo. Si esa persona se va, se lleva tu vida y te quedas solo. Solo, no literalmente, pero si sentimentalmente. La soledad, que no se trata de no tener a nadie a tu lado, sino de sentir que estas solo, te acompaña en un largo viaje al que llaman olvido. Y trae malos vicios: noches de desvelo y lágrimas de alcohol, que solo hacen que las heridas escuezan.

Cuando pasé el tiempo, ojalá puedas acordarte de mí; porque como dijo Augustus Waters: “Tengo miedo al olvido”. Seamos sinceros yo no he calado en ti, de ninguna forma. Pasará el tiempo y dejaremos de vernos, entonces llegará el día de tu cumpleaños y aparecerás en mi mente, mientras tú ni recuerdes que me hiciste feliz con nada. Y eso mata. Saber que yo no puedo pedirte nada, porque no soy ni la mitad de lo que me gustaría ser para ti. Y la gente no lo comprende, tampoco yo, quererte como te quiero es imposible y más ahora, que la palabra amor se queda muy grande para mucha gente. Solo sé que no puedo dejar de hacerlo. También sé que lo siento por todo, que lo único que quiero es hacerte feliz y lo único que hago es empeorar las cosas. Que no puedo quererte, ni decirte que te quiero, ni demostrártelo. Que dejo de ser yo; porque si fuera yo te comería a besos cada mañana, te abrazaría cada minuto, te cogería de la mano para bajar las escaleras y te susurraría lo mucho que te quiero cada vez que entraras por la puerta. 
Pero es que, no hago otra cosa que esperar, esperar a que esto se acabe, esperar a que deje de sentir por ti, esperar a que llegue otra persona, esperar a que las cosas cambien, esperar a “ver más mundo”.

¿Sabéis que os digo? A tomar viento todo esto, vosotros no entendéis lo que es tenerle a centímetros obligándote a que le mires a los ojos, no sabéis lo que es que te abrace y te diga: “Prométeme que vas a estar bien, prométemelo”. No tenéis ni idea de lo que es tenerle en la vida, así que ahorraros todas las palabras del mundo, porque nunca entenderéis como puedo quererle tan fuerte. Porque ni siquiera el lo entiende, porque ni siquiera yo lo puedo ni decir, ni sentir, ni demostrar.

lunes, 16 de febrero de 2015

A la primera persona que me ayude a salir de este infierno en el que yo misma decidí vivir.

Hace quince días que decidi dejarte ser por completo. Separarme de ti, apartarme de tu vida. Porque olvidarte y ser feliz ya no es una opción, si no una obligación. Pero no sé  lo que es la felicidad si no va acompañada de tu nombe. Es triste, lo sé, que me vas a decir a mi. Pero hay que ponerse la máscara y seguir. Aunque eso no cambie nada, porque cuando te inventas las ganas de levantarte, cuando te miras al espejo y no te ves, entonces ya no te queda nada.
 A mi ya no me queda nada, desde hace mucho tiempo. Pero es que, quien me iba a decir a mi hace año y medio que no ibas a seguir aquí para abrazarme cuando peor estaba, quien me iba a decir que ibas a dejarme sola. Aunque bueno, no se puede dejar algo que no se tiene, y nosotros no nos tenemos, nunca nos hemos tenido. Lo único que puedo decirte es que sigas siendo feliz, porque te lo mereces más que nadie en esta vida.
Yo ya me aplicaré el cuento, solo necesito tiempo, al menos eso dicen.