domingo, 28 de junio de 2015

Todo sigue como siempre; solamente que no estás.

Hace unas dos semanas puede que cometiera el error más grande de mi vida. Me convencí de que después de ti no había nada y me quede estancada en un callejón sin salida, donde no había nadie, porque aunque mi cuerpo estaba ahí, yo no. ¿Dónde estaba yo? Perdida en los recuerdos, que me decían: “No sigas adelante, no vale la pena, él ya no estará”. Así que me quedé contigo y te rogué que no te fueras de mi lado, porque tenía la maldita necesidad de sentirte cerca, la maldita necesidad de mentirme. Me sentía sola y no podía ver más allá de los momentos que vivimos y me olvidé de lo que estábamos viviendo, de lo que tenía que vivir en un futuro. Así que te pido perdón a ti, por haberte enseñado las cicatrices que me abriste. Pero permíteme pedirme perdón a mí, por haber sido quién sabe quién y haberme perdido dentro de mí olvidándome de lo de fuera. Por haber decidido dejar de vivir si no podía hacerlo contigo. Por haberme permitido encontrar la felicidad en una persona, sin darme cuenta de que la felicidad está en todo lo que nos rodea, no en quien nos roba el corazón. Me autodisculpo por haberme permitido quererte más de lo que me quiero a mí, olvidándome de que para querer a alguien, primero hay que quererse a uno mismo.


Por eso he dejado que pasará el tiempo para poder escribirte sin ahogarme en tu adiós. Por eso he decido que no. Que ya no te necesito. Que te quiero y volvería a ti siempre, pero que ya no eres una necesidad. Que puedo respirar sin ti, aunque antes creyese que no. Que llevo trabajando mucho tiempo en aceptar las cosas y hoy, hace unas semanas desde que acepte todo. Y no dolió. No duele. Ya no. 

lunes, 8 de junio de 2015

Daría mi vida por morir a tu lado.

Yo por ti cruzaría el océano a nado. Yo por ti bato el récord mundial de los 100 metros lisos hasta tus brazos. Yo por ti rompo todas las teorías físicas que unen el tiempo y el espacio, porque contigo estoy en un espacio infinito y el tiempo desaparece. Yo por ti formulo la nueva teoría de la no relatividad, que se basa en el contacto de nuestras manos. Yo por ti me olvido de todo en lo que algún momento creí, reinvento dioses y establezco el primer y único mandamiento de nuestra religión: Hacernos felices. Yo por ti soy sorda a las voces de ignorantes que no conocen tu magia. Yo por ti, ¿qué no haría yo por ti?


Soy feliz, por ti. Río por ti. Lloro por ti. Grito por ti. Callo por ti. Vivo por ti. Muero por ti. Camino por ti. Caigo por ti. Respiro por ti. Me ahogo por ti. Escribo por ti. Borro por ti. Vuelvo por ti. Me voy por ti. Tú lo peor de lo malo y lo mejor de lo bueno. Pero que bueno lo nuestro y que malo lo mío. Ya ves, que me muero por vivir a tu lado; que vivo por morir contigo. 

domingo, 7 de junio de 2015

A veces mañana tiene que esperar

Ayer me encontré con alguien, me dijo que te había visto, que estabas igual que siempre. Me dijo que ibas con ella, que ibais a comer por ahí y que parecías feliz. Sonreí  y lloré para mis adentros. Me dijo, también, que le habías dado recuerdos para todos, que nos echabas de menos. Y no borré la sonrisa de mi rostro, pero ella me dijo que si me encontraba bien. Le dije que sí, que me alegraba de que estuvieras bien. No me creyó, me pregunto si habían cambiado las cosas. Yo seguí sonriendo. Me dijo que seguía viendo lo rota que estaba en el brillo de mis ojos y en las ojeras de mi rostro. Me dijo que ya no se me daba tan bien sonreír por fuera mientras lloraba por dentro. Le dije que no podía evitarlo, que me había olvidado de cómo esconder la tristeza cuando te llevaste mi sonrisa. Le dije que te echaba muchísimo de menos, que me ahogaba cada mañana que me despertaba y sabía que no iba a verte. Le dije que no me encontraba, que nunca antes había estado tan perdida, que el mundo giraba demasiado deprisa, que yo necesita mucho tiempo, que necesitaba parar. Le dije que la vida se me había quedado muy grande, que ningunos ojos habían vuelto a darme la seguridad que daban los tuyos y que ninguna sonrisa que había dado las ganas de ser feliz que me daba la tuya. Le dije que necesitaba verte y que había estado mucho tiempo huyéndote. Le hablé del tiempo que nos habíamos dado. Le dije que no soportaba ni un segundo más de mi tiempo sin ti, que necesita volver a escuchar tu voz, volver a mirarme en tus pupilas.Y sin saber cómo, acabé llorando en su hombro y diciéndole que te amaba.

Sin saber ni cómo, ni por qué acabe en las escaleras de aquel bar, pasada la media noche, con el móvil en la mano y tu numero marcado. Y sin darme cuenta apreté al botón verde. Y sin saber por qué, contestaste. Y volví a llorar. Y te pedí que vinieras; que te necesitaba. Que estaba muy jodida, que necesitaba verte, que no tenía ganas de nada. Pero ya no recuerdo el resto. Desperté en casa de una amiga, con la resaca de mi vida, aún sin saber a qué sabía el alcohol. Le pregunté y me dijo que tenía que olvidarte. Volví a preguntar. Me dijo que me habías llevado a su casa, que me había quedado dormida en tu hombro.


Ella me preguntó y no tuve otra opción que contestarle. Le hablé de que seguías teniendo esa magia en tu sonrisa y que no pude evitar probarla. Le dije que me habías hechizado con ella. Le dije que no intercambiamos muchas palabras, que me apoyé en tu hombro y me quede dormida mientras me susurrabas que no podía estar así, que no querías verme así. Y volví a aprenderme de memoria el ritmo de tus latidos. Y ella me dijo que pasara lo que pasara, no podía seguir así. Yo le dije que me prometiste que ibas a volver hoy. Y ella me recordó que “a veces mañana tiene que esperar”.