Será que cuando sientes que no, es no. ¿Qué le vamos a hacer?
No es nuestra culpa que no salte la chispa. Que no brillen tus ojos cuando lo
tienes enfrente, que no se te encoja el estómago cuando rozas sus labios, que no
te erice la piel con una caricia, que no te haga sentir lo que sabes que has de
sentir. También es cierto que una persona no solo tiene que hacerte sentir esas
cosas, no solo ha de alterar tu organismo, ha de tocar más allá de ti. Y eso,
no puedes obligarte a sentirlo. A veces pasa, a veces no. Ley de vida. Unas
veces te joden, otras te arreglan. Unas veces jodes, otras arreglas. Puede que
lo malo de todo esto sea que sé qué es lo que hay que sentir, que sé lo que es
querer compartir tu vida con alguien, porque una vez yo quise hacerlo. Pero hay
cosas que no están hechas para uno y hay que dejarlas ir. Sé que volveré a
sentirlo, sé que llegará alguien que será el indicado y volverá a traerme los
sentimientos que se fueron. Y lo sé porque la vida últimamente me está diciendo
que espere. Y me estoy volviendo menos impaciente, porque una se da cuenta de
que lo bueno llega cuando dejas de buscarlo. Que todo lo bonito, que todo lo
eterno, lleva su tiempo. A veces una no está preparada para sentir, no sabe
cómo hacerlo, no quiere hacerlo, no necesita hacerlo. No sé, supongo que he
querido demasiado y ahora me toca respirar.
Me he desintoxicado de la droga que más me ha enganchado,
no, no fue el amor, fuiste tú.
Aún no estoy preparada para engancharme a algo.