miércoles, 4 de abril de 2018

Sueños.

Hoy he soñado contigo. Cuánto tiempo hacía que no aparecías, la última vez me reñías por no saludarte y luego nos fundiamos en un abrazo de los nuestros, esos que borran todo lo hay a nuestro alrededor. Esta vez ha sido distinto.

Me besabas. Nos despedimos con dos besos y nuestros labios se rozaron. Luego volviste a mi, volviste a por más. Me besaste. Me besaste como si aquí el que tuviera ganas de hacerlo fueras tú. Luego, después de recorrer cada centímetro de mi boca, te ibas. Al rato me llamaste: "Andrea, lo siento. Ha sido un desliz, no tendría que haber pasado". Te daba razón a todo, la tenías. Pero había pasado.

Ha pasado en sueños y lo siento tan real que vuelvo a recordarme lo que nunca tendré, lo que nunca sentiré y que nunca habrá quien pueda hacerme sentir tanto sin haberme tocado nunca. Vuelvo a echarte de menos.

Nunca dejaré de hacerlo.

lunes, 2 de abril de 2018

Guiarse por los latidos.

Puedo volver a engañar a todos, puedo volver a engañarme. Decir que ya no te quiero, que no me importa en qué momentos tu corazón late más fuerte, que no quiero saber que ronda por tu mente cuando estás a mi lado, que no me importa que nunca pueda pasar nada entre nosotros, que me da igual que no me quieras, que me da igual que no quieras aceptar que sigo queriendóte. Pero, sinceramente, ¿de qué serviría? Estoy cansada de esto, de no poder sentir libremente bien sea porque me dolerá a mí o porque te doleré a ti. No quiero esconderlo y menos cuando todo era mejor antes, cuando te miraba en medio del pasillo lleno de gente y no me hacía falta articular ninguna palabra para decirte que te quería y, al segundo, sonreías. Sonreías y todo estaba bien. Contigo todo estaba bien. Cómo lo echo de menos, tenerte a mí lado y no sentirme vacía, no sentir que nada vale la pena.

Cómo te echo de menos, grandullón.