Me encontré contigo por el pasillo de aquel edificio lleno
de recuerdos. Al principio pensé que me estaba ahogando, pues no encontraba
aire para articular palabra. Pero te miré a los ojos y pude respirar.
- ¿Te acuerdas?
- ¿De qué? – seguías sonriendo de la misma forma que me volvía loca.
- De la cantidad de veces que creábamos un mundo nuevo para dejar escapar nuestros sentimientos.
- Las cosas así no se olvidan nunca. No suelen enamorarse de mí a menudo, ¿sabes?
- Bueno, eso es porque no saben mirar bien dentro de tus ojos.- te sonreí.
- Tampoco encontrarían mucho.
- Eso lo dices tú, pero mejor si no miran, ¿no?
- ¿Qué?- no comprendias lo que acababa de decir.
- Si no miran no corren el riesgo de enamorarse, así evitas problemas.- fije mis pupilas en las tuyas, se me hizo un nudo en la garganta.
- Andrea… -dijiste mi nombre casi susurrando-… tú nunca has sido un problema.
- Déjalo.
- No, escúchame. Nunca has sido un problema, las cosas han venido de una forma extraña, diferente, pero nunca has sido un problema. Porque te lo he dicho millones de veces, te quiero. Te quiero muchísimo aunque no seas capaz de apreciarlo.- había conseguido que llorara otra vez delante suya, después de tanto tiempo.
- Yo siempre quería más, no sabia parar. Lo siento…- agache la cabeza y deje de mirarte-Lo siento muchísimo.
- Eh!- levantaste mi cabeza- no tienes que sentir nada. – me ofreciste tus brazos- Ven aquí, pequeña.
- ¿De qué? – seguías sonriendo de la misma forma que me volvía loca.
- De la cantidad de veces que creábamos un mundo nuevo para dejar escapar nuestros sentimientos.
- Las cosas así no se olvidan nunca. No suelen enamorarse de mí a menudo, ¿sabes?
- Bueno, eso es porque no saben mirar bien dentro de tus ojos.- te sonreí.
- Tampoco encontrarían mucho.
- Eso lo dices tú, pero mejor si no miran, ¿no?
- ¿Qué?- no comprendias lo que acababa de decir.
- Si no miran no corren el riesgo de enamorarse, así evitas problemas.- fije mis pupilas en las tuyas, se me hizo un nudo en la garganta.
- Andrea… -dijiste mi nombre casi susurrando-… tú nunca has sido un problema.
- Déjalo.
- No, escúchame. Nunca has sido un problema, las cosas han venido de una forma extraña, diferente, pero nunca has sido un problema. Porque te lo he dicho millones de veces, te quiero. Te quiero muchísimo aunque no seas capaz de apreciarlo.- había conseguido que llorara otra vez delante suya, después de tanto tiempo.
- Yo siempre quería más, no sabia parar. Lo siento…- agache la cabeza y deje de mirarte-Lo siento muchísimo.
- Eh!- levantaste mi cabeza- no tienes que sentir nada. – me ofreciste tus brazos- Ven aquí, pequeña.
Me acoplé en tu pecho y seguí llorando, mientras me
susurrabas un suave “tranquila”.