jueves, 31 de diciembre de 2015

365 /365

2015 ha sido rápido, cruel y doloroso. Ha estado lleno de despedidas, de finales, de lágrimas, de imposibles, de cambios, de inicios, de retos, de sonrisas, de oportunidades. Este año ha sido una antítesis, tan feo y tan bonito, tan triste y tan alegre, tan oscuro y tan brillante. Raro, como todo últimamente. A pesar de todo, tengo que agradecerles muchas cosas a las personas con las que los compartí.

 A vosotros que habéis estado siempre conmigo y a los que no, que es como si sí. Gracias. Gracias por hacer que cada día valga la pena, por ser capaces de hacer sonreír a la gente incluso cuando no podéis ni sonreír vosotros. Ha habido momentos de tirarlo todo por la borda, de renunciar, de llorar como nunca. Pero yo me quedo con los otros. Con los momentos de ataques de risa, con la emoción al vernos crecer, con los chistes malos, con los momentos frikis, con todas esas veces en las que hemos sido felices.

 A ti, que me has hecho querer como nunca antes. A ti que me has enseñado a amar. Tú que has sido los mejor de lo peor y lo peor de lo mejor. Tú que me has arañado el corazón, que has sido herida de las buenas. Tú que me has curado, que has sido mi medicina. Tú que sigues aquí, a mi vera, tú eres el culpable de todo. Siempre lo has sido, ya lo sabes. Eres el culpable de que hoy esté y siga aquí. Así que gracias. Por demostrarme lo bonito que tiene llegar a querer a alguien hasta tal punto de no ver un futuro si no vas de su mano. Por demostrarme lo malo que tiene querer más que a tu propia vida a quien no te quiere. Gracias,  sobretodo, por entenderme, por seguir, por permanecer intacto en mi vida, por soportarme, por seguir sonriéndome. Gracias por enseñarme que en la vida no todo lo puedes tener, gracias por entender que no podía entenderlo. Y que gracias por existir, por hacerlo todo más sencillo, por respirar, por todo.

 A ti, que nos dejaste hace más de dos años. A ti, que siempre te llevo dentro. Tú que siempre estás aunque ya no te vea. Gracias. Gracias por ser tan intenso y vivir en mí. Gracias por brillar tanto, por ser eterno, por seguir en mi vida. Porque nunca me acostumbraré, porque aún cuesta creer que nos dijeras adiós, porque siempre fuiste y por eso, siempre serás. Porque te quiero y porque te echo de menos. Porque formas parte de mí día a día y no quiero que eso cambie nunca. Nunca jamás. Porque echarte de menos a veces duele mucho más de lo esperado. Porque me enseñaste que todo depende de cómo se mire. Porque todo lo vivido permanecerá en mí. Porque sé que sigues aquí, porque te siento. Gracias, por nunca irte del todo.


En fin, 2015 ha sido un año de idas y venidas. Pero qué le vamos a hacer, supongo que así es la vida. Me ha traído a personas que no quiero que se lleve nadie jamás, porque valen oro, porque son únicas y las quiero. Las quiero en mi vida para siempre. Gracias 2015, pero no vuelvas. Has sido y punto. No te quiero de vuelta. 2016 sé distinto, mejor, único, irrepetible.

jueves, 24 de diciembre de 2015

Hoy puede ser que llueva.

Necesitarte para huir de toda esta mierda no está muy bien, porque no estás y si no estás, no sé dónde encontrarme. Suena toda tan repetitivo, que a veces siento que mi vida nunca avanza. Y lo siento porque es cierto, mi vida es un círculo y todos sus puntos acaban en ti, y eso que son infinitos. Bueno, ya ves que he vuelto a escribirte, aunque no directamente, estoy luchando conmigo misma para no hacerlo, sería tirar todo por lo que he estado esforzándome durante los últimos meses y ahora mismo no tengo fuerzas para nada más. Solo tengo fuerzas para huir, si es contigo mejor. No por lo que piensas, huiría contigo porque siempre haces desaparecer de mi mente todo lo negativo, simplemente por eso. Pero lo tenemos complicado, ha pasado un día desde la última vez que te vi, algo vuelve a fallar en mi interior. Algo que ya no puedo frenar, algo que ya no puedo negar. Un día me dije que toda esta pasión retenida iba a estallar. Si estalla, dará paso a todas las revoluciones existentes, todas ellas con un mismo fin: llegar a ti. Iba a decirte que no hacía falta que entendieras todo esto, que con que lo leyeses bastaba, pero tú entiendes todas y cada una de las palabras que escribo. Siempre lo has hecho, por eso nunca he dejado de hacerlo. Sabes de sobra que cuando empiezo a hablar de tu sonrisa es porque te echo muchísimo de menos, que cuando hablo de tus abrazos es porque estoy perdida y cuando hablo de tus manos es porque me haces falta, todo esto por una simple razón que me niego a creer: Te quiero.

Hace tiempo que no te lo digo. Hace tiempo que no me lo digo. Y es que joder, escuecen tanto esas dos palabras. Traen consigo demasiados baches y ya no quiero caer más. No hay más ciego que aquel que no quiere mirar, así que para qué mentirnos, es lo que siento y lo sé porque hoy me he despertado y he sabido que mi día iba a ser muy mierda y he empezado a echarte de menos. Luego, me he dado cuenta de que no te necesitaba, pero que quería que estuvieras aquí. A continuación, alguien me ha hablado para decirme que te echaba de menos y he sonreído un poco, estamos jodidas. Pero bueno, voy a intentar dejarte por hoy que empiezo a quedarme sin aire. Mi pensamiento no deja de dibujar tu sonrisa, mis manos sienten las tuyas y mi cuerpo se quedó en el último abrazo porque estuvo lleno de magia.


¿Qué me estás haciendo? Otra vez no, grandullón.

viernes, 18 de diciembre de 2015

La triste historia de tu cuerpo sobre el mio.

Recuerdo aquel día en el que se nos fue de las manos. Se juntaron sentimientos y miedos. Se juntaron luna y Tierra, vaya explosión de energía se produjo en aquella habitación. En la esquina de aquella cama de matrimonio con sabanas del color de las estrellas, me encontraba yo. En la ventana estaban las vistas más bonitas: tú, con el cigarro en tu mano derecha. Y aquella conversación que acabó con todo lo real.

- ¿No estás cansado de todo esto?
- ¿Qué quieres decir con “todo esto”?
- De mí, de que siempre acabemos hablando de lo mismo, sin llegar a ninguna parte.
- ¿De verdad crees que no llegamos a ninguna parte? Cada vez llegas más lejos, cada día  has cambiado algo nuevo de tu corazón y eso es llegar muy, muy lejos.
- Eso es cierto. Pero, ¿sabes qué?
- ¿Qué?
- He llegado al final. Lo que hoy siento mirándote a los ojos, es lo que voy a sentir siempre. Estoy segura. Yo siempre tendré un hueco para ti.
- Va, dejalo ya. Decir eso solo hace que no puedas dejar de sentirme.
- Es que no lo entiendes, nunca lo has hecho. Ven acercate.

 Te sentaste a mi lado y te susurré en el oído: “Dejame explicártelo”. Y te lo expliqué. Invente un camino que acabo en tus labios. Los cuales fueron el inicio de la Triste historia de tu cuerpo sobre el mío. Triste porque fue efímero. Pero jamás pensé que pudieras crear tanta magia, no supe mirarte de otra forma que queriéndote. Rozaste cada centímetro de mi piel como si estuviera hecha de cristal, porque en verdad, tú sabes mejor que nadie que estoy hecha de cristal. Y así acabamos con todas esas palabras que se llevo el tiempo o ese truco de magia que tuvo lugar en aquella habitación: “No”, “nunca”, “imposible”. Así que nuestras vida se unieron por un instante y nuestras almas para siempre. Porque cuando el truco acabó no te fuiste, te quedaste conmigo, mirándome fijamente y besando mi frente. Y porque con pocas palabras dijimos todo:

- Se nos ha ido de las manos.
- ¿El qué?
- La vida.
- Estoy seguro de que tengo la vida en mis manos ahora mismo.

Y me abrazaste. Como si la vida te fuese en ello. Que puede que fuera así. O puede que no. Contigo nunca fue nada real, pero tampoco fue nada mentira.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Volveremos.

¿Y la de veces que hemos acabado con esto? Se nos fue de la mano en alguna de esas despedidas y ahora no sabemos más que volver. Ahora solo sabemos rescatarnos y ser medicina el uno para el otro. Ahora solo pensamos en sonrisas y pasado, para olvidar tristezas y presente. Y vaya, se agradece cada instante que pasamos juntos. Ojalá tú también lo vieses así. Volverte a ver es salir de este planeta y ponerme en órbita, girando alrededor del mundo, observando cada detalle de la vida,olvidándome del dolor. Ojalá que para ti fuera así también. Volverte a ver es darle la vuelta a mi vida en una milésima de segundo, poner patas arriba mi corazón y volver a ver todo aquello por lo que en algún momento viví. Ojalá que para ti también. Volverte a ver es erizarme la piel, sacarme los dientes a la luz y repetir en mi mente que yo ya no voy a enamorarme de ti. Ojalá que tú también. Volverte a ver es engañarme engañándote, sin decir nada y diciendo todo, esconder sentimientos en palabras, esconder el pasado en este presente. Ojalá que tú también. Volverte a ver es empezar no sé muy bien el qué, pero algo nuevo. Ojalá que para ti también. Volverte a ver es armarme de fuerza mientras estas frente a mí para seguir sonriendo, a pesar de lo mucho que nos hemos jodido. Ojalá que para ti también. Volverte a ver es punzante, doloroso y especial. Ojalá que para ti no. Volverte a ver es otra forma que tiene la vida de decirme que siga adelante, que tú siempre estarás ahí, con la misma sonrisa y con las mismas ganas de ver que he sabido seguir adelante sin ti. Porque un día pasará, que te tendré enfrente y la tristeza de mi corazón no será más que aire. Un día pasará que estaremos juntos y seremos, sin barreras ni escudos. Seremos tan nosotros que volveremos.
Volveremos a ser.
Más de lo que alguna vez pensaste.
Mucho menos de lo que alguna vez quise.
Seremos.