jueves, 20 de marzo de 2014

¿Hasta cuándo resistiremos la presión, sobre la garganta, de una verdad que poco a poco va desgastando nuestra sonrisa?

¿Nunca habéis callado tanto que os ha arañado? Sí, un arañazo de los que te dejan cicatriz. ¿Nunca os habéis sentido hundidos por tener que esconder lo que te encantaría gritar a gritos? ¿Nunca os ha entrado ganas de salir corriendo y esconderte por lo que van diciendo? ¿Nunca os habéis sentido solos? ¿Nunca os ha pasado que no sabéis donde queréis estar?

Yo hace tiempo que sufro de esto, de intentar encontrar que parte está apagada en mi interior. Hace algún tiempo que no sé cómo pedir ayuda, porque una ya se cansa de intentar creer que no ha caído, y si no empiezas por aceptar que estar hecha una mierda, nunca podrás levantarte. Pero es que ya no hay nadie que vaya y te de un abrazo sin que tú se lo pidas,  ya nadie sabe cuántas lágrimas esconden las sonrisas. Y digo que no hay nadie, porque ya no estás tú ahí. Y eso fue lo que me hizo caer, pero es que he estado tanto tiempo viviendo en la mentira… Caí, caí y caí. No se escuchaba nada solo la soledad. Solo veía tu  sonrisa. Y yo seguía cayendo, hasta que toque fondo. Y vaya, lo tocamos a la vez. Tú te hartaste de mí, cuando yo solo podía contigo.

sábado, 15 de marzo de 2014

Lo siento, olvidé el significado de olvidar.

Debes saber que lo intenté. Que hubo muchos días en los que hacia cualquier cosa por no pensar en ti. Noches en las que odiaba no poder dejar de pensar en ti. Lo intenté, intenté olvidarte e incluso intenté olvidarme. Pero no hubo resultado. A la mañana siguiente siempre me despertaba con algún sueño, que nunca acababa, en el que siempre aparecías. Siempre encontraba una canción que me recordaba a algún momento vivido contigo. Siempre encontraba una fecha, un libro, cualquier pequeña estupidez que me hacía pensar en ti.
Así que no me digas que no intente olvidarte, porque lo intenté y no hubo resultado. Lo intenté y no pude. Por eso comprendí que probablemente ya no pudiera sin ti. Puede que no estuviera preparada para olvidar, puede que ahora tampoco lo esté. Pero por muy jodido que sea esto, te aseguro que me mantiene en pie. Que no me importa lo imposible que pueda llegar a ser, que te quiero y no sé cómo no hacerlo. Puede que en dos años todo cambie, pero ahora mismo te necesito tanto como al oxígeno. Porque mientras estaba olvidándote, mientras estaba sin ti, sentía que no tenía nada y que la vida, los días, pasaban y pasaban lentos y yo no te tenia. Por eso no puedo ni quiero olvidarte, porque muchas veces eres el único da sentido a mi vida y siento que sin ti, no hay nada.

He intentado olvidarte pero siempre recordaba el día en que te conocí, la primera vez que hable contigo. Recuerdo, cuando te conocí de verdad, cuando tus buenos días se convirtieron en rutina, cuando lloraba de la risa. De esto hace simplemente dos año, pero no fue ahí cuando me enamoré. Meses más tarde, cuando apenas quedaba un mes para que volvieses a ser rutina, empecé a soñarte. Y yo no entendía nada, pero no tuve que esperar mucho para entenderlo. Aquella tarde, en la que yo le daba vueltas en mi cabeza a que era lo que sentía, aquella tarde en la que yo te miraba mientras hablabas enfadado y entonces tú me miraste. Aquella tarde, me di cuenta de que lo que sentía era más grande de lo que pensaba. Me miraste y el tiempo se paró, también mi corazón. Los días, a partir de aquel momento, se volvieron largos, increíbles y maravillosos a tu lado. Los otros en los que no estabas eran terribles. Y aquello fue creciendo y tú estabas siempre en las malas y esto crecía sin que tú lo supieras y sin que tú quisieras. Y entonces pasó. Te lo dije y al principio todo era igual. Pero seis meses después, cambió. Diez meses después, sigo esperando un abrazó. Diez meses después no estas, como antes, en las malas. Diez meses después te echo de menos. Un año después, te quiero.

viernes, 7 de marzo de 2014

Porque quiero rehacer un mundo sobre tu boca e inventarme otras teorías.

Y se que si nos besáramos, serian unos de esos besos que duelen. Sí, esos que sabes que estas haciendo lo que no debes pero que te morías de ganas por hacerlo. Y sabes, esa es la única clase de besos que podríamos tener tu y yo.

Que estoy dispuesta a consumirme, si es en tu boca.

Cuando te pones de ese plan que odio, cuando me haces enfadar y me haces chillarte. Cuando te ríes porque me indigno, ahí es cuando más bonito estas. Cuando la sonrisa te sale sola, sin poder evitarla. Y creo que me he vuelto loca. Desde que te vi, claro. Pero hace tiempo que sé cuando tienes un día bueno, y cuando vienes enfadado. Sé cuándo te gusta algo, y cuando no. Sé la reacción que tienes con cada cosa. Sé cuándo sonríes, y cuando haces como si sonrieras. Y a lo mejor parezco una loca obsesionada por ti, pero te digo de verdad, incluso me atrevería a prometer, que esta vez no es obsesión, que te quiero y es amor.

¿Sabes por qué lo sé? Porque hace tiempo que se lo que me falta para ser completamente feliz, y eres tu. Porque descubrí que lo único que quiero es despertar y verte. Porque no hay otras sonrisas que puedan curarme, ni otros abrazos que me hagan olvidar. Y sobre todo, porque sé que tú ya eres feliz con otra, y lo entiendo porque solo con que tú seas feliz, una parte en mí se llena.  

Me encantaría sentir que tú también sientes. Y perderme en las curvas de tu sonrisa. Y luego sentir escalofríos por el caminar de tus dedos en mi espalda dibujando quien sabe qué. Y que me despiertes con un te quiero, nada de buenos días princesa, un te quiero. De los de verdad. De los que llevan los cinco minutitos más, para comernos a besos. Me encantaría, también, que todo esto en algún momento se hiciera realidad.