domingo, 6 de agosto de 2017

Ninguno saldrá ileso.

Cuántas veces lo damos todo por nada y acabamos completamente vacíos. Aún así, no nos importa. Preferimos sentirnos muertos a estarlo de verdad, porque un corazón sin arritmias no tiene vida. Un corazón que no acelerada ante una mirada, esa mirada, no es más que una máquina.
Hace tiempo que no sé de ti, nadie ha pronunciado tu nombre y nadie ha preguntado por ti; es como si te hubieras volatilizado, como si ya no existieras. Me da pena, porque estar juntos nos sienta genial, pero preferimos decir que no, que no debemos, que no podemos y así nos alejamos a tiempo, justo antes de darnos cuenta que juntos somos felices. Ojalá estuvieras buscandome, pero sé que no. Tú tienes otras formas de tapar tu tristeza, otras formas de intentar ser feliz, pero siempre sin serlo del todo.
En estas cosas del querer siempre hay alguien que lo hace más: más fuerte, más intenso, más mágico. Ese alguien soy yo, quien siempre espera a volverte a ver, para recibirte con el corazón en la mano, para dartelo de nuevo, tan roto como mi sonrisa, esa que siempre fue más tuya que mía. 
A veces, cuando estamos juntos me pregunto qué estamos haciendo. Por qué nos mramos y sonreímos de esa forma, conscientes de que si solo quedasemos tú y yo en el mundo no dejaríamos de comernos a besos a cada segundo. 
Porque si solo fuesemos tú y yo...