viernes, 31 de julio de 2015

No creas que te miento si digo la verdad.

Puedo verte entre otra gente. Por eso nunca te irás del todo. Por eso y porque, sin dudarlo, siempre te dejaría volver. Sí, volver. Volver porque te has ido. Bueno nos hemos ido, que no perdido. Te has ido de mí y me he ido de ti, aunque sigo siendo tuya. Pero eso tú ya no lo crees. Sinceramente, mejor así. Supongo. Prefiero llevar esto dentro, aunque cuando te tenga enfrente sea inevitable no sacarlo a la superficie. Y tú lo sabes de sobra y lo notas enseguida. Tengo grabada tu cara cuando te dije que las cosas habían cambiado, que te quería pero no te necesitaba. Estoy segura de que no lo creíste, pero iba en serio. Si ahora mismo te necesitara de la forma en la que meses atrás lo hacía, estaría en la puerta de tu casa. A veces tengo la sensación de que no me vas a creer si te digo que he dejado de sentir o de que si en algún momento me ves de la mano de otro chico, me mirarás con la certeza de que sigues en mi corazón. Y en el fondo tienes razón, seguirás estando en mí y nunca te diré que no te quiero, porque dudo mucho que deje de quererte. Una vez te dije que siempre iba a quererte y conforme los días pasan estoy segura de que nunca dije nada más real que eso. Porque cuando me paro a pensar en lo que siento, cuando me doy cuenta de que quiera o no, pienso en ti mucho más de lo que debería, aunque menos de lo que me gustaría; que cuando voy a cualquier parte me gustaría estar contigo; me doy cuenta de que sigo alimentándome de nuestros recuerdos, aunque mucho menos que antes, pero mucho más de lo que me gustaría. Entonces me pregunto si es que eso es lo que voy a sentir eternamente, ese te quiero pero no. Esa sensación de ojalá tú y esa realidad que me dice que no. La certeza de que eres el amor de mi vida y la certeza de que por eso mismo he de dejarte. Esa constante contradicción entre tú y yo, entre lo que quiero y lo que debo, entre lo que siento y lo que pienso. Esa batalla que empieza a ganar la razón, hasta que te veo y el corazón destroza todo raciocinio, deja KO a mi cabeza y me vuelve a decir que sí. Que tú y nadie más. Que te coja de la mano y te lleve al fin del mundo, ya sabes, por volver a empezar por ahí.

"Y lo peor de todo es que creo que toda esta pasión retenida va a explotar algún día".

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