A
mí es que me hacen gracia cuando dicen que no hay nada perfecto. No sé es que
yo miro tu sonrisa y me pierdo en ella. Es la pura perfección, me sé de memoria
donde empieza y donde acaba, pero si te besara, no encontraría la salida. Yo
también decía eso de que nada es perfecto y que todo es posible. Pero es que tú
me haces cambiar de opinión. Cuando estoy contigo descubro que la perfección
existe y sé que los imposibles también.
Yo no quería esto, porque soy la típica que
cuando se enamora no sabe dar marcha atrás, la que se pierde en cada sonrisa y
luego se dedica a pensar cómo serían sus besos, cómo sería despertar apoyada en
su pecho, cómo sería esa bonita historia de amor. Soy quien se vuelve loca
sabiendo que nunca te tendrá y se dedica a escribir mientras sueña en un futuro
mejor, ya no sabe si contigo o sola. Porque hay veces en las que creo que sin
ti no hay nada y que si esto no puede ser contigo, tampoco puede ser con nadie
más. Qué se yo, si es que nunca me había enamorado de tal forma, no sabía lo
que era perder las sonrisas para dárselas a alguien, tampoco sabía que podía llegar
alguien que cambiara todas tus expectativas.
Ahora
ya estoy caladita por ti. Sí, como el frío cala hasta los huesos, pues así eres
tú, que me calas y me haces tiritar. Aunque a veces te pongas insoportable, con
esa actitud chulesca y empieces a comportarte como un borde, aunque a veces
duelas, te quiero.
''Porque a mí no se me ocurre cerrar la puerta. No tengo cojones ni suficiente autoestima para aceptar que, en la vida, lo más bonito que podrías sentir por alguien no siempre es correspondido. Me da demasiado miedo todo eso. Me da demasiado miedo reconocer que tengo las manos llenas de un montón de cosas que para ti están vacías. Y que nadie en el puto mundo podrá cambiar las cosas. Nadie. En todo el puto mundo. Y entonces tiemblo.''