lunes, 19 de junio de 2017

Es lo que soy cuando estás conmigo.

No me lo estás poniendo nada fácil. Tus ojos no me dejan ver más allá y no hay más allá. No hay nada tras de ti, no me queda nada sin ti. No quiero despedidas, pero si nunca volvemos a vernos y tú nunca sabes lo que has hecho en mí, nunca me lo perdonaré. Tengo miedo, mucho miedo. Miedo de perderte, miedo de no saber qué será de mí cuando tú dejes de ser mi rutina. Miedo de que me olvides y olvides todo esto, porque yo nunca lo haré. Nunca podré cerrarte la puerta, siempre estaré para ti. Siempre. Porque te debo mucho y porque mereces todo; y estoy dispuesta a dartelo, siempre.

Es tu forma de mirarme mientras intentas decirme que hay cosas que no pueden ser, tu forma de aceptar que te has equivocado, tu forma de decirme que no quieres que me vaya. Todo eso me está matando, porque no quiero irme. No quiero dejarte, no quiero dejar de quererte, pero te estoy echando tanto de menos que estoy sintiendo como me muero por dentro. Me estoy vaciando con tu ausencia y solo quiero llamarte, ir adónde quiera que estés y decirte que en este mundo cualquier persona muere si no te tiene en su vida. Porque tienes una manera increíble de ser persona. Tienes un corazón tan sumamente increíble que estaría dispuesta a darle mis latidos cuando los suyos cesaran.

Quiero que sepas que te amo, que nunca me creí capaz de volver a sentir algo así. Pensé que nunca podría desear que otra persona fuera la que me hiciera feliz, hasta que llegaste. Conocerte ha sido lo mejor que me ha podido pasar en mi vida. Conocerte de verdad, conocer esa persona que hay dentro de ti, esa que merece toda la felicidad del mundo. Esa que tampoco quiere despedidas, ni dolor. Esa persona que no quiero dejar marchar, porque es la única persona con la que quiero despertar cada mañana.

lunes, 12 de junio de 2017

Rompe este maldito silencio que está rompiéndome.

Sin apenas darme cuenta, ya estoy sin ti. De repente, he visto como todo se ha acabado delante de mis narices y no es que no haya hecho nada por detenerlo aunque fuera por un instante; lo he intentado, he hecho lo posible porque pararas delante de mis ojos por unos minutos, pero siempre has tenido algo más importante que hacer. Me gustaría entenderte al completo, saber la razón por la que haces lo que haces, sin atenerte a las consecuencias que eso conlleva, pero como esas consecuencias no te afectan a ti, supongo que no importan, ¿no?

Sé que digo demasiadas cosas, que no debería hacerlo y que darte mi corazón ha sido la peor decisión que he podido tomar. Pero lo hecho, hecho está. Siempre lo has sabido, siempre he sido clara contigo pero no has querido afrontarlo y me has roto. Quise confiar en ti, quise creer que serías capaz de mirarme a los ojos  mientras te pedía que no te fueras, que no lo hicieras del todo y mucho menos para siempre. Pensándolo bien, ¿cómo vas a irte si ni siquiera has estado?

Uno tiene que ser consciente del dolor que siente para poder afrontarlo, pero no quiero ver el vacío que has dejado en mí. Te juro que no podría soportarlo, porque no puedo imaginar el resto de mis días sin tu rostro en ellos, pero tendré que hacerme a la idea. No hay nada infinito en esta vida, nunca nadie se quedará para siempre.

jueves, 8 de junio de 2017

No tiene ningún sentido, pero es consecuencia de sentir.

Supongo que a estas alturas ya sabes que me encanta hacer todo eso que no debería. Supongo, también, que no le encontrarás el sentido a hacerlo si luego voy a pedirte disculpas, pero no lo voy hacer. Me habría encantado tener la posibilidad de explicarte un montón de cosas, desde las sonrisas que me has provocado, hasta los días en que no quería ni ver el sol y lo único que necesitaba era tu presencia, que nunca estaba.
Una parte de mí se pregunta si acaso te dignas a leer todo esto y, si lo haces, se pregunta por qué razón nunca quisiste escucharme pero sí leerme. Pero bueno, volveré a suponer. Hay cosas que son y ya está, cosas que pasan y no tienen un porqué. Tendré que dejar de pensar en ello, si no, acabarás convirtiéndote en el maldito sol de mi universo y nunca podré dejar de orbitar a tu alrededor. Y creo que ninguno de los dos quiere eso.

Ojalá estés leyendo esto. Porque quiero que sepas que lo odio, odio escribirte y saber que esto no significa absolutamente nada para ti. Ser consciente de que estoy abriendo mi corazón de par en par al vacío, no es que sea muy agradable. Supongo, como siempre, que si lo hago es porque creo que en el fondo no hay un vacío, que a veces incluso haces un pequeño intento por escucharme. Como ahora.

Puede que no conozca nada de ti y puede que pienses que te tengo en un altar, que te has convertido en el Dios de mi vida. Pues no. En mi vida no hay ni dioses ni milagros. Y tú no eres ni uno ni otro, tú eres tú y ese es el problema. Que odio miles de cosas de ti, las cuales no cambiaría por nada en el mundo.

Han pasado cosas que no han significado lo mismo para los dos. Cosas que yo he sentido y tú no. Ganas que yo he tenido y tú no. Porque, ¿acaso tú has sentido unas ganas tremendas de huír de todos y de todo de mi mano? No. Es lógico y normal, no sé qué hace una persona como yo intentando hacer feliz a alguien como tú.

Esto se está haciendo largo, pero son cosas que necesito decirte y sé que esta es la única forma. Porque puedo pedirtelo mi veces, de mil formas distintas, que tú no vas a venir a escucharme. Y lo entiendo, porque en el fondo no hay nada que tenga que decirte, nada que quieras escuchar. Y lo entiendo, porque eres quien eres y tienes lo que tienes.

No sé si disfrutas con esto o si por el contrario deseas que me vaya para no saber nada más. Ni si quiera sé si quiero saberlo, solo sé que sin haberlo querido te has convertido en alguien muy especial, la razón por la cual estoy odiando un poco más las despedidas.

Lo peor de todo es que has llenado mi vida de “ojalá”. Ojalá de tu mano a cualquier sitio, ojalá tu voz las 24 horas del día a mi lado, ojalá tu sonrisa en el espejo, tus lágrimas en mi hombro, tu música en mi oído, tu silencio, tus letras, tus ganas, tus rarezas. Ojalá todo, absolutamente todo, juntos. No sé qué cojones estoy haciendo contándote todo esto cuando sé que lo único que vas a hacer es reírte. No sé por qué me expongo tanto a ti, a cambio de nada. No sé porque te quiero, pero lo hago; así que supongo que esto será algo parecido.

Tampoco sé por qué una parte de mí piensa que está haciendo algo mal, cuando lo único que hago es quererte y creo que nunca puede estar mal querer a alguien. Tampoco sé por qué no quieres escucharme, ni por qué siento que ni siquiera estás leyendo esto.

Solo quiero que tengas claro que nunca he querido ser un problema, que no sé si lo he sido o no, pero yo lo único que quería, lo único que quiero, es que seas consciente de que haces que me sea imposible no quererte. Y que lo único que deseo es que la vida te sonría, pero que tú le sonrías más a ella. Porque te lo mereces.

Nunca dejaré de echarte de menos, chico de los imposibles.