Mi chico de los silencios. Hemos tenido tantos. Silencios de
esos que rompen, silencios que arañan, que destrozan lo que pillan por delante.
Silencios de esos que solo se escuchan en medio de nuestros abrazos, silencios
que nos hacen respirar, silencios que son respuestas y silencios para no decir
lo que no quieres escuchar.
Mi chico droga. Me miras y me enganchas. Me dueles, me
rompes, me quemas, pero no te dejo. Te tengo cerca y estoy en una nube con esa
sensación de felicidad, pero te alejas y empiezo a temblar y hago cualquier
cosa por saber de ti, por verte. Tienes demasiado precio en el mercado: 365
noches de insomnio y mis sonrisas.
Mi chico medicina. Me rompes y me vuelves a construir. Me
miras y vuelvo a respirar. Me coses las heridas, esas mismas que tú mismo
hiciste, y me recetas ganas de vivir. Me paras el corazón y con tú sonrisa me
abres de par en par y vuelves a ponerlo en marcha.
Mi chico Campanilla. Cuando estamos juntos, parece que desprendes
los polvos mágicos de Campanilla y empiezo a volar. Llego a rozar las nubes que
casi me llevan a Nunca Jamás, porque nunca jamás volveré a sentirme así. No es
que esté a tres metros por el cielo, ni que roce el cielo con las yemas de mis
dedos; es que traspaso todas las capas de la tierra en una milésima de segundo y
recorro cada estrella de mi constelación favorita: Tú.
Mi chico marea. Aunque siempre me lo hayas negado, te has
ido muchas veces. Las mismas que has vuelto. Siempre vuelves, porque nunca te
vas del todo. Como la marea, que sube, que baja, que viene, que va, que vuelve.
La marea que trae todo a la orilla, que arrastra recuerdos, que borra te
quieros que se dibujan en la orilla; marea que alguna que otra vez marea.
Mi chico tsunami. Ya ves, algunas veces eres marea que te
vas un poquito y vuelves enseguida. Otras eres tsunami. Tsunami que deja mi
playa sin agua, vacía, solitaria. Tsunami que vuelve y lo arrasa todo. Se lleva
por delante todo lo que pilla y no deja más que destrozos. ¿Pero sabes que le
pasa a la arena? Que absorbe el agua y siempre acabo calada de ti.
Mi chico imposible. Yo te doy 215 razones y tú me das 214
excusas y una realidad. Porque no podemos, la vida me lo ha puesto un poco
complicado. Y hay cosas que no pueden ser, de ninguna manera, bajo ningún
concepto. Hay personas que no están hechas para estar juntas porque: no te
haría bien, ni tú a mí más que mal… ¿Me equivoco? Sí, y lo peor de todo es que
lo sabes.
Mi chico revolucionario. Llegaste contra todo sistema que
existía en mi vida, exigiendo un cambio. Y me cambiaste. Pero lo hiciste para
bien, te lo aseguro. Pusiste patas arriba mi vida y me robaste el corazón.
Cualquier día te lo pido de vuelta, no es que no quiera que lo tengas, pero es
que ya que tú no estás, en la parte izquierda de mi pecho hay un hueco grande y
vacío, que me gustaría llenar.
Mi chico imperfecto. Algo que te hace único. Olvidas donde
dejaste las cosas y cualquier día te olvidas la cabeza. Te haces el loco, cuando
quieres que alguien te recuerde algo de lo que te acuerdas perfectamente. Te
haces el sordo cuando quieres escuchar bien alto lo que alguien te ha dicho. Pocas
veces sonríes de verdad en las fotos y sales forzado. Tienes unas
imperfecciones perfectas, y eso, supongo, es amor.