sábado, 22 de agosto de 2020

Amistad.

A veces me duele, tanto que no creo ser capaz de soportar la punzada en mi pecho cuando nos miramos y nos reímos mientras te animo a estar con alguien que no soy yo y tú me haces lo mismo con alguien que no soy yo. Lo pienso y sé que no hay otra, que somos dos personas que no queremos perdernos y supongo que la única forma de hacerlo es sin tenernos del todo nunca. También sé que entre nosotros no siempre es necesario decir alguna palabra, que nos miramos y podemos ver cómo de rotos estamos por dentro, por eso nos hace falta nuestra amistad, por eso la antepongo ante cualquier otra cosa. 

No habrá otro pecho en el que apoyarme cuando el vacío me invada por dentro y tú sepas que he de romperme y te quedes para que lo haga. Que me mires como si intentaras salvarme y yo tenga que apartar la mirada al segundo, por miedo a reconocer que me conoces incluso mejor que yo misma.

Pero bueno, a pesar de todo quiero que sepas que te animaré a que hagas todo eso que te haga sonreír, aunque puedas llevarte algunos trocitos de mi felicidad con ello. 

domingo, 9 de agosto de 2020

Caja de recuerdos.

Hoy he abierto mi caja de recuerdos, estaba llena de billetes de avión a lugares donde jamás dejaría de volver, pulseras de campamento, fotos y felicitaciones de cumpleaños, cartas de amigas y amigos y, luego, en el fondo de todo un montón de cartas para ti. He dudado que hacer con ellas, si seguir guardandolas o tirarlas. He optado por la segundo y ni siquiera he podido leer muchas de ellas, he decidido dejar de torturarme con todo lo que tiene que ver contigo. 

Luego de tirarlas he aceptado que no necesito papeles ni fotos para acordarme de ti, dejaste una huella grande y sangrante en el centro de mi pecho.

Dicen que hay heridas que nunca cicatrizan.

lunes, 6 de enero de 2020

Después de 20 inviernos.

Nos vimos en el momento exacto, yo estaba en ese punto intermedio entre el "ha pasado el tiempo suficiente como para dejar de sentir" y el "ahora no sé si voy a poder tenerte en mi vida". En ese momento no tenía ni idea de qué hacer, no sabía si me hacías más bien que mal, solo sabía que había momentos en los que seguías doliendo y eso no podía ser bueno. Pero ahí, en pleno caos de dudas sentí que, a pesar de todo, yo tenía dentro un cariño y un amor que iba más allá de que tiempo atrás me enamorara de tí. 

Nos dijimos muchas cosas, pero supe que sí que quería que estuvieras en mi vida y yo estar en la tuya cuando creí en todo lo que me decías. Creí en tus "no hay un por qué" y sentí una calma en mi interior que hacía tiempo que no sentía. Una calma que sé que siempre encontraré contigo. Por primera vez entendí absolutamente todo y aclaré, por fin, qué era lo que sentía por ti. No necesité mucho tiempo, cuando te vi supe que ese amor ya no estaba, pero también supe que te quería muchísimo y que no merecías todo lo que yo había hecho.

Lo siento por todas mis dudas y por mis actos desesperados por intentar que, de una vez por todas, me quisieras. Fui incapaz durante mucho tiempo de aceptar que tú y yo no íbamos a tener nada nunca, quise seguir en mi burbuja, dónde había una vida idílica contigo. Ahora sé que eso nunca pasará y, además, ya no quiero que pase.

Gracias por seguir entendiéndome cuando ni yo misma lo hago.