jueves, 31 de marzo de 2016

Quiero que todo vuelva a empezar.

Ahí está, no tenía muy claro qué iba a pasar cuando lo tuviera enfrente de nuevo, pero ahí está. Lleva esa camisa a cuadros roja y azul. Debería dejar de mirarlo, pero no puedo, no quiero. Lo tengo delante de mí y sigo echándole de menos. Acaban de colapsar nuestras pupilas y me he quedado totalmente inmóvil, está acercándose hacia mí y sigo sin saber qué hacer.

    - Hola.

Silencio ha sido lo único que he podido darle. Sigo mirándole y sé que no entiende por qué. Se ha alejado de mi lado, pero he sido incapaz de no seguirle. Sé que él me ha visto, sé que sabe que estoy a su derecha, por eso sin dudarlo le he acariciado la mano. Ha dado un respingo y me ha mirado de nuevo.

    - ¿Quieres algo?
    - No lo sé.
    - Estoy cansado.
    - Yo también.
    - ¿Entonces?

Vuelvo a quedarme sin palabras.

    - Si tú no sabes qué quieres…- suspira y me aparta la mirada.
    - Sí que lo sé, el problema es que es complicado. Te quiero. Te quiero a ti, pero también quiero no         quererte.
    - Yo no puedo ayudarte. 
    - Lo sé. Haces totalmente lo contrario.
    - Esto no tiene ningún sentido.
    - Nunca vamos a poder volver a la normalidad
    - Por mi parte todo puede volver a ser normal.
    - Eres imborrable.


Y de repente se fue de mi lado, como intentando borrarse. Creo que los dos asumimos que había una distancia entre nosotros y para que esta desapareciera no solo necesitábamos tiempo. Tendríamos que empezar de cero, como si antes nada para que después todo.

miércoles, 30 de marzo de 2016

You can't keep dancing with the devil and ask why you're still in hell.

Hay sitios donde no encajas, pero te sientes cómodo. Te explico: cuando estoy entre tus brazos encuentro una comodidad que aún no he encontrado en ningún otro lugar y dudo que alguna otra vez lo encuentre, el problema es que no encajo y yo lo sé. Tus brazos no están hechos para mi, ni tus manos, tampoco tus labios y mucho menos tu corazón. Aunque lo cierto es que a mi que no encajemos me da igual, siempre he encontrado un poco de arte en lo imperfecto. Como esas fotos que haces sin buscar un ángulo de 90°. Está claro que mis manos se quedan muy pequeñas junto a las tuyas y por eso no soy capaz de abarcar todo lo que necesitas; por eso y por muchas otras cosas tú y yo no encajaremos jamás. Porque aunque lo neguemos, somos fanáticos de lo perfecto y lo imperfecto por mucho arte que tenga sigue siendo imperfecto. Supongo que acaba siendo incómodo querer estar en un sitio en el que no encajas, por más que lo intentes, es entonces cuando sabes que estas en el lugar equivocado

miércoles, 23 de marzo de 2016

Seguiría apostándolo todo por ti.

Probablemente no entiendas nada. Tranquilo, no te pido que lo hagas. Estoy cansada, no físicamente, pero estoy cansada de tus idas y venidas, de cagarla continuamente, de quererte. Aunque no sé si esto es la mejor opción que puedo tomar, creo que es la única que tengo. Me siento culpable y creo que eso nunca va a poder cambiar, porque yo no he sabido llegar a ti, porque no he sabido aceptar que esto no podía ser y punto, independientemente de los sentimientos. Pero es que tú siempre estabas ahí, siempre... Hemos hecho las cosas mal, al menos esa es la sensación que me ha dejado todo esto. Hemos querido todo a la vez y nos hemos quedado sin nada. Ninguno de los dos hizo nada para no llegar a esto, pero supongo que era necesario. En algún momento de nuestra vida esto iba a estallar y cada uno iba a tomar su camino.

Pequeño, yo ya no tengo nada que hacer ni que decir, todo está en tus manos. Aunque me temo que tú no vas a hacer nada y yo voy a tener que asumirlo todo. ¿Sabes? Se me había olvidado como se sentía ese vacío que tenia en mi hace un tiempo, pero ha vuelto. Como si quisiera llevarse todo por delante, ha vuelto y me ha pillado desprevenida. Sabes de sobra que la única razón que tenia de seguir eras tú y que eso me temo que nunca cambiará. Quizás todo esto es un poco triste. Pero he hecho tantas cosas por ti, que ya no puedo más. Lo peor de todo es que volvería a hacer todo lo que en su momento hice. Volvería a recordarte cada día lo maravilloso que eres, aunque tenga que darle la razón al resto de personas. Yo seguiría apostando lo todo por ti y eso, creo, es lo que más me duele.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Vete.

Siempre me has dejado sin palabras, el problema es que ahora me las has robado. Tengo muchas cosas que decir, pero tú te has llevado las palabras de mi vida y no puedo formar una oración correcta capaz de hacerte volver. Seamos realistas, con todas las palabras del mundo podría hacer que volvieras, porque con ellas no fui capaz de hacer que te quedaras, justo lo contrario, te fuiste, huiste.

Te asustaste cuando te dije que vivimos en una ciudad con más de setecientos mil habitantes, en un país con más de cuarenta y seis millones de habitantes, en un planeta con más de siete mil millones de habitantes y de todas esas personas yo me quedo contigo. No sirvió cuando te dije que no había ninguna otra forma de seguir si tú no estabas. Porque siempre fuiste tú y eso nada podrá cambiarlo, porque siempre lo serás y tú siempre has odiado que te lo dijera. No soportabas que te dijera que te quería porque no había forma de no hacerlo, porque solo así encontraba un sentido a esta vida.

Por eso te has ido robándome las palabras, para quedarte con las cuatro ultimas que te dije, que podría haber sido algo como siempre voy a quererte o te echo de menos, pero no. Mis últimas cuatro palabras, cerraron la puerta:


Vete a la mierda.

sábado, 5 de marzo de 2016

Detrás de la tormenta siempre llega la calma.

Eran las seis y tres de un viernes, el viento soplaba fuerte, avecinando la tormenta que iba a llegar. La tormenta que nadie, nunca, habría imaginado: nosotros. Pasó como ocurre todo aquello que nunca esperabas, rápido pero lento, no sé si me explico. En treinta segundos pude contar 100 latidos de mi corazón.

  -    ¿Me perdonas?- dijiste con tu tono burlón.
  -  Qué remedio.


Estalló tu risa, haciendo eco en mi cabeza. Me abrazaste y ahí, apoyada en tu pecho, quise no poder moverme nunca, inspiré tan fuerte que me llevé también tu aire. Fue entonces, cuando íbamos a decirnos adiós que nos quedamos a menos de un centímetro y yo me acerqué a ti. Ojalá pudiera decir que lentamente, pero lo hice con tantas ganas, con tanta rabia, que no sé cómo no desgasté tus labios. No podía respirar, me estabas robando el aire, pero me daba igual. Podría haberme ahogado ahí, en ese momento y no me habría importado. Treinta segundos en ti. Treinta malditos segundos en los que viví más que nunca. Treinta segundos a los que les siguieron nuestras miradas de no saber qué hacer, de no saber adónde ir, ni qué decir; nuestra respiración agitada, recuperándose de aquella pequeña muerte. Y me fui, como quien no pudo celebrar el gol de Iniesta de tanta felicidad que sintió. Di tres pasos y me giré, tú seguías ahí, con los ojos igual de abiertos y la respiración agitada. Clavé mi mirada en la tuya  y sonreí, como si de repente hubiera recobrado la vida. No tuve el valor de acercarme a ti y me fui, dejando atrás esa tormenta; ya no había viento, ahora todo estaba calmado. 

jueves, 3 de marzo de 2016

De secantes a paralelos.

Nunca he hecho lo correcto, porque siempre he sido de mostrar mis sentimientos y cuando haces lo que sientes, no haces lo que deberías. Al meno yo no, porque sí, he querido arrancarte la felicidad de tus brazos, he querido dejarte sin nada con tal de que estuvieras conmigo. Y no, no porque te quisiera, sino porque no soportaba ese dolor y probablemente nadie pueda llegar a entenderlo, porque estar jodido por amor es una chiquillada, pero la verdad es que no. Creo que querer es lo más maduro que puede hacer una persona en el mundo, sea o no correspondido.

Sabes que he pasado por varias malas rachas, lo sabes porque has estado presentes en ellas, porque siempre has sabido decirme: "Tranquila, no pasa nada". Por eso y porque cuando me pasa algo siempre quiero decírtelo a ti, aunque no quieras saberlo. Y en cada mala racha acabo llamándote, hablándote y diciéndote cosas de las que probablemente acabaré arrepintiéndome, pero no porque no sean ciertas, sino porque vuelven a alejarme de ti. Pero, ¿qué hago? Es lo que siento, da igual que esté bien o no, si te digo que te quiero es porque lo siento. Me da igual que no respondas, que no lo sientas. Te lo digo porque no entiendo cómo alguien es capaz de estar a tu lado sin decírtelo.

Sé que nunca tendría que haberte dicho nada, así ahora yo estaría haciendo mi vida y sería completamente paralela a la tuya, pero no es así. Nuestras vidas se cruzan constantemente, tanto si queremos como si no, acabamos en el mismo punto de la ciudad, a la misma hora y sin saber qué decir. Porque, seamos sinceros, ya no tenemos palabras, porque ambos queremos poner un punto a esto, para poder empezar con algo distinto. Porque tú lo pondrías fácilmente, pero me destrozarías mucho más de lo que alguna vez has creído haberlo hecho, pero lo cierto es que no me has destrozado nunca; es por eso que me destrozarías de verdad, por primera y última vez, porque no habrían más momentos, porque no habría nada. Solo quedaría un montón de tristeza en el mundo que acabaría por eliminar cada punto de coincidencia en nuestros caminos.

martes, 1 de marzo de 2016

Yo no, tú sí-empre.

Ojalá pudiera decirte que no.

Todo sería diferente,
también raro.

Nada me impide negarte cualquier cosa,
excepto yo misma.
Vivo prisionera de mi corazón
que me encierra para no sacarte.
Porque él está completamente enamorado
de ti.

Me acuerdo de aquella vez,
cuando dije que sacarte de mi mente sería sencillo.
Mil cuatrocientos sesenta días después,
empiezo a creer que estaba confundida.
Empiezo a creer y creo.

Sigo sin saber por qué:
por qué te quiero, por qué no puedo olvidarte,
por qué tú, por qué yo.
Puede que la respuesta sea:
porque yo.

Yo, capaz de enamorarme de cada poro de tu piel.
Yo, que no entiendo como el mundo podría girar sin ti.
Yo que me dejé llevar por tus sonrisas.
Yo, que siempre me gustaron los imposibles.
Imposibles que rompen y desgarran,
el pecho, los ojos, las manos: todo.

Así es cómo pasó,
porque yo, que nunca supe decirte no,
nunca supe decirme sí.