viernes, 13 de julio de 2018

De los que no acaban.

Llevo días sin hacer nada, queriendo que salga de mí esa explosión de sentimientos retenidos pero siento que eso no va a pasar, se han quedado ahí como si estuvieran en una jaula. Sí, esas jaulas que permiten que los pájaros muevan sus alas sin dejarles volar. Los siento, lo siento, pero no del todo. Pienso en ti mucho más de lo que me gustaría, para qué mentirte. Se me hace mundo ver todo lo que me queda por delante en esta vida, sabiendo que conforme vaya avanzando tú estarás cada vez más lejos. Además, esto me duele más cuando sé que si eso pasa es porque yo lo permitiré, porque sé que en el momento en el yo decida no decirte nada, nunca, entonces todo esto que se supone que tenemos se habrá acabado.

Pensar en que la relación que tenemos está porque la sujeto yo también me duele, imagina lo mucho que debo quererte y lo poco que debo quererme para no dejarte ir. Aunque bueno, tampoco tienes que imaginarlo, porque lo sabes. Sabes que nunca he sabido quererme, que siempre me he sentido insuficiente para todo, pero que aún así te he querido y te quiero como nunca nadie.

No quiero seguir escribiendo, esta empezando a temblar la jaula y ahora no es un buen momento. Sé que nunca leerás esto, pero no tienes ni idea de lo mucho quee gustaría que lo hicieras, que te acordaras de la dirección de este maldito blog y entraras casualmente y leyeras todo esto y me dijeras cualquier tontería. Ya sabes que me gustaría que pasaran muchas cosas, pero hay cosas que nunca pasan.

En cambio tú,
nunca
dejas de pasar.

viernes, 29 de junio de 2018

A ti.

Hoy ha sido un día raro, estaba tan nerviosa por tenerte enfrente. Quería decirte tanto sin decírtelo del todo que no sé si lo has entendido, supongo que lo has hecho cuando de repente has decidido hacerme esa pregunta, que, para que mentir, me a revuelto todo por dentro.

- ¿Qué quieres?

He optado por callarme y mirarte con una sonrisa. ¿Cómo puedes preguntar qué quiero? Si tú ya lo sabes, ya sabes que lo que quiero es eso, que me lo preguntes cada día y solo tenga que mirarte para que lo sepas. Que bonito es mirarnos y entendernos y que nadie a nuestro alrededor entienda nada. Que bonito es que sigas a mi lado.

miércoles, 2 de mayo de 2018

Volvería a volver.

Cuánto tiempo hace que no estamos juntos y cuando lo estamos, ya no queda nada de todo aquello que fuimos. Qué pena y como me duele, saber que todos aquellos momentos que vivimos jamás volverán a ser presente. Te lo he dicho muchas veces, pero no me cansaré de decírtelo hasta que deje de sentirlo, te echo de menos. Te echo muchísimos de menos y no sé cómo dejar de hacerlo. Si te lo digo no es suficiente, esto no se calma con palabras. Ya nada se calma con palabras.

Sé que han pasado muchas cosas en nuestras vidas y nos han cambiado, pero aún así siempre vuelvo a ti con la esperanza de encontrar la calma de siempre, encontrarme con que aunque nos pasen miles de cosas siempre seremos las mismas personas cuando crucemos nuestras miradas. No sé si seguimos siendo los mismos al estar juntos, supongo que no, pero sigo sintiendo lo mismo. Contigo siempre me sentiré en casa, te convertiste en ello años atrás y nunca dejarás de serlo, aunque no nos veamos ni hablemos, siempre quiero volver a ti.

Tengo la sensación de que nunca te he conocido del todo, pero tampoco me ha hecho falta para saber lo increíblemente maravilloso que eras. Aunque intente enfadarme contigo y encontrar cosas que hagan que quiera alejarme de ti, en el fondo no puedo. Nada de eso es real, me hiciste vivir momentos increíbles y no los cambiaria por nada. Nunca te fuiste sin antes abrazarme y eso no lo hace cualquiera.

Gracias por dejarme entrar en tu vida sabiendo lo desastre que soy.

Siempre,

tu bicho.

miércoles, 4 de abril de 2018

Sueños.

Hoy he soñado contigo. Cuánto tiempo hacía que no aparecías, la última vez me reñías por no saludarte y luego nos fundiamos en un abrazo de los nuestros, esos que borran todo lo hay a nuestro alrededor. Esta vez ha sido distinto.

Me besabas. Nos despedimos con dos besos y nuestros labios se rozaron. Luego volviste a mi, volviste a por más. Me besaste. Me besaste como si aquí el que tuviera ganas de hacerlo fueras tú. Luego, después de recorrer cada centímetro de mi boca, te ibas. Al rato me llamaste: "Andrea, lo siento. Ha sido un desliz, no tendría que haber pasado". Te daba razón a todo, la tenías. Pero había pasado.

Ha pasado en sueños y lo siento tan real que vuelvo a recordarme lo que nunca tendré, lo que nunca sentiré y que nunca habrá quien pueda hacerme sentir tanto sin haberme tocado nunca. Vuelvo a echarte de menos.

Nunca dejaré de hacerlo.

lunes, 2 de abril de 2018

Guiarse por los latidos.

Puedo volver a engañar a todos, puedo volver a engañarme. Decir que ya no te quiero, que no me importa en qué momentos tu corazón late más fuerte, que no quiero saber que ronda por tu mente cuando estás a mi lado, que no me importa que nunca pueda pasar nada entre nosotros, que me da igual que no me quieras, que me da igual que no quieras aceptar que sigo queriendóte. Pero, sinceramente, ¿de qué serviría? Estoy cansada de esto, de no poder sentir libremente bien sea porque me dolerá a mí o porque te doleré a ti. No quiero esconderlo y menos cuando todo era mejor antes, cuando te miraba en medio del pasillo lleno de gente y no me hacía falta articular ninguna palabra para decirte que te quería y, al segundo, sonreías. Sonreías y todo estaba bien. Contigo todo estaba bien. Cómo lo echo de menos, tenerte a mí lado y no sentirme vacía, no sentir que nada vale la pena.

Cómo te echo de menos, grandullón.


domingo, 25 de marzo de 2018

Sonrisa quebrada.

Si pudiera coser tus heridas y recoger la sangre derramada gota a gota, para así curarte por siempre, lo haría. No hay dolor que más me rompa que aquel que desprende tu mirada, esa que tan bien conozco. Puedes engañar con tu sonrisa al resto, pero a mí no.

Nunca antes te había vista así de frágil, podía escuchar gritos de auxilio que salían de tu pecho y no sabía cómo decirte que los sacaras. Te abracé y creo que lo entendiste, te abracé con fuerza porque quería reconstruirte y que ninguna de tus piezas se rompiera. Pero sé que yo no tengo ese poder y que eso pasará.

Sé que te romperás y creerás estar solo, pero créeme que no lo estás. A lo mejor no lo sientes pero te abrazo siempre en la distancia y te abrazaré siempre no importa cuándo ni dónde.

Un pez nunca nada solo.

sábado, 10 de marzo de 2018

Por si lo quieres.

Creo que de vez en cuando está bien recordar aquellas cosas que nos tocan el alma. Esas cosas que no solemos decir muy a menudo pero que son capaces de arreglar el mundo. Supongo que ya sabreis de que hablo, espero que sobretodo seas tú el que sabe de qué hablo.

Sé que lo sabes, aunque nunca te lo haya dicho. No sé por qué este maldito empeño en ti si no me haces ningún bien. Al menos eso dicen, la verdad es que yo no creo que sea así. A lo mejor nunca sabes de esto, pero, por si acaso, quiero que sepas que no creo que seas nada de todo eso que cuentan. Creo que ese corazón late más luz que cualquier otro, pero nadie quiere darse cuenta. No sé, ojalá pudieras venir y alumbrar todos los lugares oscuros que hay por mi mente. Venir y abrazarme, como hiciste aquella vez, y así sentir que ahí, apoyada en tu pecho, no puede pasar nada malo. Venir y cogerme de la mano y convertirme en otra  persona, porque es lo que pasa cuando se rozan nuestras manos, contigo siempre soy otra: más feliz, más ilusionada, más nerviosa, más cariñosa, más, más y más.

No sé si entenderás esto, no tienes que hacerlo, no quiero que lo hagas porque ni si quiera yo lo entiendo.  Lo sé. Sé que me asusta lo que pasa cuando estás a mi lado porque no parece ser de este mundo. Me asusta porque sé que para ti no es así y, claro, eso significa soledad, algo que aterra más que nada. Algo que se esfuma cuando estamos entre un montón de gente y de repente chocan nuestras pupilas. Aterradora es la realidad, tanto como tu sonrisa que juega con ventaja de recuerdos que nunca me contarás.

Tampoco sé como acabar esto. No quiero porque sé que mientras estés leyendo estas palabras te tendré un poco más y en tu mente aparecerán todos esos momentos conmigo. Es la única forma de hacer que te acuerdes de esa chica que te mira como si fueras la única persona que existe en el mundo. Creo que no hace falta que diga esas dos palabras que ultimamente todos odian pero, en el fondo, son las únicas que todos queremos oir.

Si no querías pensar que era cierto, ahora ya lo sabes.
Porque sí,
esto es para ti.

viernes, 16 de febrero de 2018

Qué hay de malo en desnudar tu piel.

No sé tú, pero yo me acuerdo de todo. Desde aquel día ne que te puse entre la espada y la pared hasta aquel otro en el que cogiste la espalda y me atravesaste el pecho. Cicatrizando y con momentos de angustia, me siento un día cualquiera y te pienso, como tantas otras veces he hecho. No lo mereces, o quizás sí, pero no me gustaría que alguien que no acepta un "te quiero" se lo merezca.

Me remueve por dentro el hecho de saber que todo lo que vivimos ahora ya no significa nada y eso era lo único que nunca quie que pasara. Yo quería que me recordaras, a mí y a todas esas palabras, quizás no bonitas pero sí reales, que te di. Quería que te preguntaran por aquellos peces y que dijeras mi nombre. Algo tan simple como no desaparecer de tu memoria jamás. Aunque bueno, supongo que ahora ya todo es distinto. Siento que te he sacado de mi vida, que te abrí la puerta y tú no dudaste ni un segundo en marcharte.

Sinceramente, no me duele que no estés en mi vida. No me duele el presente, sino el pasado en el que estábamos juntos y no había nada malo. Eso no volverá a pasar y la culpabilidad vuelve a mí, ya sabes que es mi fiel compañera. Pero no creas que esta culpa es por quererte, la culpa es por haber echado a alguien que no quería que se fuera nunca. Eso es de lo que me arrepiento, pero de quererte no. Ni ahora ni nunca me arrepentiré de haberte querido y haber querido estar y compartir contiga cada día de mi vida.

Ya sabes lo mucho que te quise y, aunque me duela, te quiero. No hace falta volver a decirlo.

Hasta siempre,

tu bicho.

miércoles, 7 de febrero de 2018

No puedo decirte más verdades.

Jamás me diste ni una sola razón para quedarme, aún así, aquí sigo por si algún día te da por volver a ese lugar donde no éramos todo, pero sí nosotros.

No voy a mentirte, lo echo de menos.

Cómo no voy a querer volver a esos tiempos y lugares en los que no solo amé la vida sino que me amé a mí misma. La única vez en la que me quise y me encontré. Todo eso contigo, siempre estabas tú en los tiempos en que fui feliz conmigo y con lo que sentía.

No tienes ni idea lo que supone saber que eres consciente de todo eso y aún así no apareces. Porque no te importa y vuelves a darme una razón más para irme, pero aquí sigo.

No voy a mentirte, te echo de menos.

viernes, 12 de enero de 2018

Hay quién todavía lucha frente a causas pérdidas.

Hoy he pasado por nuestro bar, ¿Sabes? Aún seguían ahí nuestras dos latas de coca cola zero, estaban luchando contra el viento para no caerse. La verdad es que tenían fuerza. Me ha recordado a nosotros, cuando luchábamos por no caer. Cómo cambian los cosas con el tiempo, desde que todo lo nuestro se acabó temo a que pase el tiempo y pueda arrebatarme todas las cosas bonitas de mi vida. Supongo que por eso una parte de mi sigue viviendo en aquellos momentos que fueron nuestros.

Recuerdo las veces que te pedí que me prometieras que siempre estarías ahí y ninguna vez recibí por respuesta un no. Ahora, la verdad, es que no sé muy bien dónde estás. Hace tiempo que no te veo y nuestras latas de coca cola zero siguen en nuestro bar. ¿Será una señal de nuestra eterna existencia? Quizás es sólo una mera coincidencia como muchas otras que me ocurren y me recuerdan lo jodidamente felices que éramos cuando estábamos juntos y daba igual si reíamos o llorabamos. Solo con estar nos bastaba, al menos eso parecía cuando me dedicabas diariamente tu media hora para escucharme y hacerme sentir menos sola. Quizás no te sentías menos solo, pero incómodo tampoco. Esa comodidad no la he vuelto a encontrar con nadie y dudo que lo haga. Tú eras esa casa pérdida a la que huía cuando el dolor se apoderaba de mí.

Nuestras latas de coca cola zero siguen en nuestro bar y esta vez me recuerdan que no se queda quien puede sino quien quiere.

lunes, 1 de enero de 2018

Media noche.

He tenido que borrar tu conversación de WhatsApp. No podía abrirlo y ver en primer plano mi mayor derrota, una más. A veces decido empezar de cero contigo y cuando ya es tarde me pregunto para qué. Para qué voy a darme una décima última oportunidad, porque sí, la oportunidad me la doy a mí para ver si puedo mirarte de otra forma distinta a este amor-odio que tengo. Es tu pasotismo, tu incomprensión ante no saber mi necesidad de sentir y contártelo. Ahora sé que nunca me entendiste y eso que fue lo único que siempre te pedí.

Es una pena porque te he querido mucho y muy bonito.